REVISTA EJÉRCITO Nº 848 NOVIEMBRE 2011 - Portal de Cultura ...

municación internacionales (que no los medios
estatales egipcios, que en un primer momento
negaron las revueltas) contribuyeron a ello. De
centrar su atención informativa en el país de la
«revolución de los jazmines» pronto volvieron
sus ojos hacia otro país en el que también se
iniciaban manifestaciones populares: el país de
los faraones. Aquí, al igual que en Túnez, el papel
desempeñado por las redes sociales fue fundamental
para que extendiesen las protestas, aunque,
según la periodista tunecina Nabila Hamza,
el papel de las redes sociales fue importante pero
no clave para el inicio de las revueltas. «Tan solo
el 25% de las personas tenían acceso a internet;
las movilizaciones vinieron de la clase mediapobre,
gente oprimida que no tenía acceso a
Twitter o a Facebook».
Según Hamza, era cuestión de tiempo que el
problema estallase… y estalló a finales de enero.
La salida de Ben Alí del poder, el 14 de enero,
hizo pensar a los ciudadanos egipcios que ellos
también podrían ser capaces de derrocar a Hosni
Mubarak del poder. Las movilizaciones comenzaron
en Egipto el 25 de enero. Pero la sociedad
egipcia, hastiada también de tanta represión e
injusticias sociales, ya hacía tiempo que tenía
los ánimos caldeados. Meses antes, en junio de
2010, Wael Ghonim, responsable de Marketing
de Google en Oriente Medio, había creado una
página de Facebook en la que denunciaba la
muerte de Khaled Said, un joven de 28 años que
había sido asesinado en una brutal paliza policial
en Alejandría.
«Todos somos Khaled Said» era el nombre
de la página creada en la conocida red social.
Ghonim (cuya identidad no se supo en un primer
momento) fue detenido por las autoridades egipcias.
Su página había ido calentando el ambiente
y, tras su liberación, los egipcios lo aclamaron
como uno de los pioneros de la revolución. A
pesar de todo, nada hacía pensar, en un primer
momento, que Hosni Mubarak, aferrado a su trono
de faraón durante tres décadas, fuera a dimitir.
Era el principal aliado de Occidente en la zona
y un actor esencial en Oriente Próximo: la paz
con Israel estaba con él garantizada.
Pero el tesón de los manifestantes, concentrados
en la plaza de Tarhir de El Cairo casi a
diario (más de un millón de personas llegó a
concentrarse en la céntrica plaza cairota), cul-
Expresidente de Egipto Hosni-Mubarak
Seguridad y Defensa
minó con la dimisión de Hosni Mubarak, tras 18
días de masivas protestas. El faraón había caído
y la sociedad egipcia veía una puerta abierta a
la esperanza y al fin de la represión.
ISLAMISMO RADICAL EN LIBIA
Los vientos de cambio también llegaron a
Libia, al igual que a otros países como Bahréin,
Irán, Marruecos o Yemen. Pero la atención informativa
y de la comunidad internacional (que
intervino militarmente en virtud de la Resolución
1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas)
rápidamente se centró en el país magrebí. Y
es que Libia, donde se encuentran las mayores
reservas de petróleo de África, exportaba el 80%
de su oro negro a Europa antes de iniciarse las
revueltas (principalmente a Italia —antigua potencia
colonizadora— y Francia).
A pesar de que los problemas económicos y
las desigualdades sociales también estuvieran
haciendo mella en la sociedad libia (deterioro de
las políticas sociales, reflejo de una pérdida del
interés en la distribución de la renta petrolera),
dichos problemas no eran de la misma magnitud
que en los países vecinos. Al menos, no fueron
el único detonante de las revueltas. De hecho, y
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