Brindis con Witold - Ministerio de Educación
Brindis con Witold - Ministerio de Educación
Brindis con Witold - Ministerio de Educación
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
CREACIÓN LITERARIA<br />
da!– y <strong>de</strong>spués se acobardó. Nunca fue la pasión<br />
aunque hace mucho su uniforme y los brillos<br />
militares pudieron entusiasmar a la quinceañera<br />
Mireya –¡casada tan joven y <strong>con</strong> el primer<br />
novio!– Hoy Octavio se había borrado <strong>de</strong> la<br />
vida, simplemente «rajó».<br />
«¿Otros boludos?», trató <strong>de</strong> recordar. Los compañeros<br />
<strong>de</strong> Octavio, olvidables, un oficial <strong>de</strong> rango<br />
mayor, Herminio –un <strong>de</strong>generado y un gagá–<br />
que la acosó hasta que ella le puso el alto, ¡y en<br />
público! Aparte <strong>de</strong> ellos, nadie más se había fijado<br />
en ella. Lo que hace mucho había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong><br />
importarle pero hoy le importaba <strong>de</strong> nuevo.“Por<br />
culpa <strong>de</strong> ese negrito villero”, se dijo sonriendo y<br />
recordando a Edgardo.<br />
La tajante negativa <strong>de</strong> La Generala<br />
y el trabajo pesado, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagradables<br />
investigaciones y repugnantes<br />
<strong>de</strong>scubrimientos, entre las escandalosas<br />
e interminables discusiones<br />
“italianas” <strong>de</strong> los interlocutores<br />
argentinos –tan ajenas al sinuoso y<br />
cortés estilo <strong>de</strong>l guatemalteco–<br />
hicieron que Edgardo olvidara su<br />
“asedio” a la bella porteña. Que<br />
recordaba, eso sí, “bella, gitana y<br />
<strong>con</strong> duen<strong>de</strong>”.<br />
Ella, inmersa en los interminables<br />
trámites y vericuetos <strong>de</strong> tribunales<br />
a los que acudía distribuyendo su<br />
tiempo <strong>con</strong> las clases <strong>de</strong> la facultad,<br />
y <strong>con</strong> sus tar<strong>de</strong>s mostrando<br />
hasta la fatiga casas y pisos, <strong>de</strong>bería<br />
también haberse olvidado <strong>de</strong>l<br />
“don Juan” centroamericano. Pero no era así.<br />
Como si hubiera probado una droga que causa<br />
adicción, Mireya comenzó a esperar y a <strong>de</strong>sesperar<br />
por la llamada <strong>de</strong> Edgardo. Primero se reclamó<br />
a sí misma: “mirá que sos tonta”. Después pidió,<br />
suplicó en voz baja: “¡llamá negrito, qué esperás,<br />
llamá!”. Mas grave aún, <strong>de</strong>senterró sus <strong>de</strong>seos.<br />
Volvió a sentir que su cuerpo era su cuerpo.<br />
Luego vinieron los sueños. Ella, que nunca<br />
soñaba, comenzó a <strong>con</strong>struirse noche <strong>con</strong><br />
noche, mitad durmiendo y mitad imaginando,<br />
un mundo “porteño” <strong>con</strong> la presencia permanente<br />
<strong>de</strong> Edgardo. Los paseos <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> su<br />
10 PARALELO50<br />
[ La Generala ]<br />
SOBRE<br />
TODO ESE<br />
EXTRAÑO<br />
SUEÑO,<br />
RECURRENTE,<br />
QUE<br />
PRECEDIÓ<br />
A LOS OTROS<br />
Y A LAS<br />
OBSESIONES<br />
ERÓTICAS<br />
amante –¿era su amante?– por la avenida Callao,<br />
la <strong>de</strong> las casas parisinas; encuentros románticos<br />
en los bosques <strong>de</strong> Palermo; toda una aventura,<br />
embarcados en yacht en El Tigre, navegando por<br />
el Río <strong>de</strong> la Plata, ella sintiendo en el rostro la<br />
fresca brisa, él al lado <strong>de</strong> ella, muy “bacán”, muy<br />
“pintón”. –¡Y la “rayada” <strong>de</strong> Mireya!, se <strong>de</strong>cía a<br />
sí misma <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada sueño.<br />
Sobre todo ese extraño sueño, recurrente, que<br />
precedió a los otros y a las obsesiones eróticas.<br />
El sueño <strong>de</strong>l cementerio <strong>de</strong> la Recoleta, la<br />
tumba <strong>de</strong> Evita, la angustia <strong>de</strong> Mireya, sepulcros,<br />
piedras, mármoles, estatuas que la arrin<strong>con</strong>aban.<br />
El “horrible” cementerio <strong>de</strong> la Recoleta que<br />
Mireya aborrecía a pesar <strong>de</strong> su<br />
“magnificencia parisina” –como<br />
<strong>de</strong>cían <strong>con</strong> orgullo los porteños.<br />
Mireya se abrumaba <strong>con</strong> tanta piedra<br />
y se indignaba <strong>de</strong>l culto que<br />
rendía la “mersada” a la Eva Perón.<br />
“¡Valiente chanta! Como el marido<br />
y como la Isabelita”.<br />
Edgardo <strong>con</strong> sus pesquisas se fue<br />
metiendo en los recuerdos infernales<br />
<strong>de</strong> la “Guerra sucia” y en sus<br />
testimonios. El compromiso <strong>de</strong><br />
imparcialidad <strong>de</strong>l investigador que<br />
era lo obligaba a buscar el testimonio<br />
y las pruebas <strong>de</strong> uno y otro<br />
lado. De quienes afirmaban haber<br />
librado a la Argentina <strong>de</strong> las garras<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio <strong>de</strong>l marxismo y <strong>de</strong><br />
quienes se <strong>de</strong>cían víctimas inocentes<br />
<strong>de</strong> la más brutal represión <strong>de</strong> la<br />
dictadura militar. Así <strong>con</strong>oció al<br />
General Gianetti, –alto rango <strong>de</strong>l Comando <strong>de</strong><br />
la Zona I en la época <strong>de</strong> Vi<strong>de</strong>la, que se <strong>de</strong>cía<br />
“víctima <strong>de</strong> los subversivos”– y al profesor<br />
Vacarezza –éste último <strong>con</strong> cárcel, torturas y<br />
exilio a sus espaldas.<br />
Bruno Gianetti se mostró al principio reacio a<br />
hablar <strong>de</strong>l tema, sobre todo <strong>con</strong> un investigador<br />
internacional –“¿un zurdo?”–, así que Edgardo<br />
hubo <strong>de</strong> emplear toda su capacidad persuasiva para<br />
obtener información y comentarios <strong>de</strong>l militar.Y lo<br />
logró diciéndole entre otras cosas que él, Edgardo,<br />
era hijo <strong>de</strong> militar, dato cierto pero sin que <strong>con</strong>fesara<br />
la pésima relación que por sus i<strong>de</strong>as “marxistas”<br />
había mantenido siempre <strong>con</strong> su padre.