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Pares cum Paribus Nº 4: Índice - Facultad de Ciencias Sociales ...

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De pronto sentí frío, y por primera vez advertí el mal olor en el terminal, mitad diesel,<br />

mitad humano. Junto a la puerta, una campesina vendía naranjas que había dispuesto en<br />

una pirámi<strong>de</strong>. El jefe se aproximó, cogió una, la partió en dos y me ofreció una parte.<br />

—En Canadá— dijo, poniendo la boca en la naranja y chupando el jugo —tengo un<br />

hermano en prisión. Luego, escupiendo una semilla, botó la cáscara <strong>de</strong> la naranja estrujada<br />

al suelo.<br />

Los otros dos oficiales habían apartado mi lapicero, buscando contrabando. Ninguno se<br />

veía feliz con la tinta negra en las manos. En el fondo <strong>de</strong> mi bolso, en una caja <strong>de</strong> plástico,<br />

encontraron un tampón diseñado por una ginecóloga, que venía sin aplicador. Me miraron<br />

triunfalmente.<br />

Luego empezaron a hablar rápido, haciendo girar el tampón en sus manos. Miré al jefe y<br />

traté <strong>de</strong> encogerme <strong>de</strong> hombros. Tenía un "seguro <strong>de</strong> viajes" en forma <strong>de</strong> un billete <strong>de</strong> cien<br />

dólares estadouni<strong>de</strong>nses en mi billetera, pero no sabía si un soborno era necesario todavía.<br />

El oficial con las tiras <strong>de</strong> cerdo sostenía el tampón en la palma <strong>de</strong> la mano y comenzó a<br />

<strong>de</strong>senvolverlo. El jefe no me quitaba los ojos <strong>de</strong> encima mientras que la mujer mantenía<br />

una mano manchada <strong>de</strong> tinta sobre su arma.<br />

El oficial balanceaba el tampón <strong>de</strong> su cuerda azul. Le di al jefe una mirada como<br />

diciéndole que era un hombre <strong>de</strong> mundo; entendió esto y luego me arriesgué. Con la<br />

cabeza señalé al oficial que balanceaba el tampón en círculos lentos y dije:<br />

—Después querrá usarlo.<br />

El jefe tuvo otro momento <strong>de</strong> turbación antes <strong>de</strong> que su cara se dividiera en una sonrisa.<br />

Los otros lo advirtieron y comenzaron a dar risitas tontas, también, como si pensaran que<br />

se había hecho un chiste a costa <strong>de</strong> la gringa. El jefe continuó sonriendo, me <strong>de</strong>volvió mi<br />

Tarjeta <strong>de</strong> Turista y mi pasaporte, y me señaló la sala <strong>de</strong> embarque.<br />

—No es una turista— le escuché <strong>de</strong>cir cuando me iba.<br />

******<br />

El Hotel Desagua<strong>de</strong>ro no era lo que yo esperaba, pero era el único que tenía habitaciones<br />

disponibles en la ciudad, según explicó Paul cuando veníamos <strong>de</strong>l aeropuerto.

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