Pares cum Paribus Nº 4: Índice - Facultad de Ciencias Sociales ...

ien las orejas.
250 Calímaca.- Mi hijo de leche Poliodoro llegó hace un rato a mi casa lloroso y
descuidado de aspecto, suspirando y lamentándose muy atribulado, y después
de rogarle que me contara cuál era su mal, conseguí por fin que lo hiciera, y me
dijo que estaba enamorado.
251 Climestra.- ¡Qué alegría!; ¡afuera las preocupaciones! ¡Poliodoro me ama!
Por eso es que afirmaba que todo lo que venía a decir se refería a mí.
252 Glauca.- (Consigo.) Temo que este vocablo «amar» se conjugue con mi
Climestra, y que ello nos cause un perjuicio.
253 Calímaca.- Lo insto a que me diga con toda confianza quién es la muchacha
a la que ama, prometiéndole toda mi ayuda para ver si se puede encontrar el
remedio apropiado; él dice que está enteramente de acuerdo en que la persona
que suministra la causa del mal, debe también dar con el remedio, y que es por
causa mía que se ha enamorado de tu hija Climestra.
254 Glauca.- ¡Ah, qué insoportable me resulta tu cháchara! ¡Esto era lo que me
tenías que decir -cosa que pudiste explicar en una palabra-, y tanto que me
atormentaste!
255 Calímaca.- Oye lo que falta y ten calma; escucharás la historia entera y te
daré, además, mi consejo.
256 Glauca.- Habla, ya que comenzaste.
257 Climestra.- (Consigo.) Para mi madre ya está muy claro que Poliodoro me
ama, pero no tiene ni la más remota idea de que yo también lo amo. ¿Qué diría
si se enterara también de eso?
258 Calímaca.- Me echó toda la culpa, porque yo estaba en tu casa cuando me
andaba buscando. Sostiene que aquí, en una ocasión que yo proporcioné, él
quedó cautivado al verla y profundamente impresionado por su belleza.
259 Glauca.- Pero no me explico cómo pudo enamorarse; en realidad, yo más
bien había pensado que ella le iba a resultar totalmente indiferente, ya que,
como pudiste ver, fue tan fría y tan vergonzosa con él, razón por la que después
la reprendí duramente.
260 Calímaca.- Yo también había pensado lo mismo, y me había llamado mucho
la atención la dureza y falta de urbanidad de Climestra. Pero de tal naturaleza es
el amor, que, cuando ha entrado en el corazón de alguien, le ciega a este la