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Pares cum Paribus Nº 4: Índice - Facultad de Ciencias Sociales ...

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Sergi enmu<strong>de</strong>ció tras su larga historia, había cerrado los ojos y <strong>de</strong>jado caer <strong>de</strong> nuevo en el respaldo <strong>de</strong>l sillón.<br />

No sabia qué <strong>de</strong>cirle, estaba confusa, emocionada, incrédula... Sergi estaba transformado, la seguridad y firmeza que mostraba en todas<br />

sus opiniones se había resquebrajado y esto me entristecía, pero no sabía cómo ayudarle. Esperé en silencio a que se tranquilizara y<br />

consiguiera recobrar su entereza, y lo hizo lentamente, como si regresara <strong>de</strong> un tormentoso viaje interior, su mirada se fijó en mí con<br />

<strong>de</strong>sconsuelo, esperando mi veredicto como si le fuera la vida en ello.<br />

—¿Has vuelto allí? —le pregunté.<br />

—Sí... al otro día, y no encontré la casa... sólo había un solar en el lugar que yo recuerdo. Es un solar viejos lleno <strong>de</strong> escombros y basura,<br />

olvidado... con una tapia medio <strong>de</strong>rruida. Y entré saltándola —quedó en silencio unos instantes y buscó en uno <strong>de</strong> sus bolsillos, sacó una<br />

llave y me la muestra en la palma <strong>de</strong> la mano, es vieja, herrumbrosa, sin el encanto que me hizo suponer su extraña experiencia— sólo<br />

encontré la llave...<br />

No la cogí, me limité a observarla, con amable interés, pero nada más y él volvió a guardarla.<br />

—También he hecho averiguaciones, en la biblioteca, en los periódicos más antiguos <strong>de</strong> la ciudad, en sus hemerotecas...<br />

Adiviné que estaba llegando a la clave <strong>de</strong> su historia, a su última crisis y no le interrumpí, ahora su voz contenía una tristeza profunda, un<br />

lamento viejo. Sacó un trozo <strong>de</strong> papel <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong> su pantalón y me lo dio. Era un trozo <strong>de</strong> una hoja <strong>de</strong> periódico, en el estilo<br />

melodramático <strong>de</strong> principios <strong>de</strong> siglo se <strong>de</strong>scribía el incomprensible asesinato <strong>de</strong> una mujer <strong>de</strong> la alta burguesía catalana, al parecer el<br />

novio le había disparado al encontrarla hablando con un viejo pretendiente el mismo día en que se anunciaban su compromiso. Sólo<br />

había un dibujo al pie, más bien un esbozo, bajo él se leía: "el consternado antiguo novio, <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nante <strong>de</strong> la tragedia".<br />

Miré a Sergi <strong>de</strong>sconcertada, el hombre retratado era él, con la misma expresión que tenía en aquel instante ante mí.<br />

—¡Aquella casa era <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> Beatriz! —gritó con voz ahogada en un sollozo— ¡Ese hombre era yo! ¡Yo fui el culpable <strong>de</strong> su<br />

muerte!.<br />

—Sergi... quizás un antepasado tuyo... ¿Has oído hablar <strong>de</strong> la memoria genética...?..<br />

Él negó en silencio con la cabeza, no quería oírme y guardé<br />

silencio, en mis propios oídos mi búsqueda por encontrar una explicación razonable sonaba falsa, sin ningún fundamento y no insistí.<br />

Él se puso en pie <strong>de</strong> repente y me miró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su altura con profunda tristeza.<br />

—Gracias por escucharme, necesitaba explicar esto a alguien antes <strong>de</strong> marcharme <strong>de</strong> Barcelona.<br />

—¿Dón<strong>de</strong>? ¿Y Alicia?.

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