Pares cum Paribus Nº 4: Índice - Facultad de Ciencias Sociales ...

261 Glauca.- Me doy cuenta de todo y veo que esto es muy de otra manera
que como quisiera; por culpa tuya, Calímaca, tengo que soportar estas cosas
que no merezco, ya que si ayer no hubieras venido a mi casa, nada de esta
desgracia habría ocurrido.
262 Calímaca.- Pero eso que estás diciendo no es seguro; porque ¿cómo
sabes si él no se hubiera enamorado de todos modos por otro medio? Deja,
por tanto, de acusarme, ya que esto no solo pudo ocurrir por otro camino,
sino que además sucedió sin mi conocimiento, y, mientras todavía queda
tiempo, preocúpate por ti y por ella. Yo pondré al mismo tiempo todo mi
esfuerzo, empeño y consejo para ayudarte a ti y a Climestra, y, si lo deseas,
así como esta situación se produjo sin que yo lo supiera, pero por mi culpa,
del mismo modo se remediará gracias a mi intervención.
263 Glauca.- Pero ¿en qué buena decisión podemos pensar, si él está
pidiendo una cosa descomedida e injusta, sin preocuparse en absoluto de
nuestros intereses? Lo único que quiere es gozar de la muchacha; porque si
quisiera casarse con ella -lo que no creo que vaya a suceder-, yo
consideraría concluido este asunto y les daría gracias a los dioses por este
amor, del que se seguiría un matrimonio tan honesto. Pero ¿por qué yo, que
la he educado hasta hoy en los más honestos principios, de modo que en ella
resplandeciera mi honor, se la voy a entregar, ahora que está crecida, para
que la prostituya? Porque es un hecho que él la va a tener para su
desenfrenado placer por un tiempo, y que luego, víctima del hastío,
seguramente la va a arrojar a un prostíbulo, sin posibilidad ya de que sea
desposada.
264 Calímaca.- ¡Ah, saca de tu cabeza esa idea tuya tan loca de que ese
joven valiente y noble está planeando una enormidad como esa! Te voy a
exponer todo lo que yo le entendí: no quiere de esposa a la muchacha, por
cierto, pues dice que de ningún modo ni su madre ni su noble familia podrían
tolerar que él, de padres tan importantes, con tanta riqueza, y que goza de
tanta consideración en la ciudad, se casara con alguien de origen humilde y
sin medios; sin embargo, ponía a todos los dioses y diosas por testigos de
que, aunque no la va a desposar, va a preocuparse de ella tanto como
corresponde hacerlo de una esposa legítima, y aseguraba que, mientras
siguiera con ella, nunca iban a convencerlo de casarse con otra. Agregaba,
con grandes declaraciones, que sentía un particular aprecio por el honor de
la muchacha, y que, según su costumbre, la trataría con mucho
comedimiento y la mantendría oculta con la mayor discreción. No tendría
ahora yo palabras suficientes para narrarte qué regalos, qué copiosas
dádivas decía que iba a poner a disposición de todos, pero voy a tratar de
resumírtelo en una palabra: va a gastar todo el dinero paterno, si es preciso,
para proveerla de lo necesario, en tanto que, para ti y los demás de tu
familia, él va a significar un beneficio muy grande. Su casa está a tal punto
colmada de riquezas, que su bodega nada en vino, y sus graneros
atiborrados de trigo casi no se sostienen por el peso. No he venido a decirte
estas cosas movida por mi cariño hacia él; pero si por casualidad dudas de
mi palabra, interroga a otros sobre este asunto. Pero ¿qué dudas podrías
justificadamente tener? ¿No te dice nada la ostentosa ropa que ayer llevaba?
¿No sabes también que su padre fue riquísimo?
265 Glauca.- He decidido hacer lo que tú me aconsejes, Calímaca, pues tengo
la costumbre confiarte mis cosas, especialmente mis deseos y mis proyectos.
266 Climestra.- (Consigo.) Ahora nuestro amor, Poliodoro, arribará a feliz
puerto, ya que la cosa queda entregada a la decisión de Calímaca.
267 Calímaca.- La cosa está lo suficientemente clara para ti, como para que