Números 10-12 - Consejo Superior de Investigaciones Científicas
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nocido hasta ahora <strong>de</strong> una transmisión auténticamente<br />
congénita. La <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> la propagación<br />
<strong>de</strong>l virus por vía germinativa femenina<br />
la hizo Fukushi, separando gran número <strong>de</strong> ninfas<br />
proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> madres que contenían el virus<br />
y colocándolas, una vez transformadas en adultos,<br />
sobre plantas sanas, sin que con anterioridad<br />
hubieran tenido ocasión <strong>de</strong> alimentarse <strong>de</strong> plantas<br />
enfermas. El citado investigador logró, <strong>de</strong> este<br />
modo, reproducir la enfermedad, comprobando<br />
a<strong>de</strong>más su transmisión congénita durante siete<br />
generaciones sucesivas.<br />
4. INTERACCIONES DE LOS VIRUS Y sus VECTORES<br />
No es fácil explicar el retraso en el po<strong>de</strong>r infectivo<br />
<strong>de</strong> un artrópodo vector, en el caso <strong>de</strong> los<br />
insectos que transmiten virus fitófagos sobre la<br />
base <strong>de</strong> una necesaria multiplicación <strong>de</strong> los agentes<br />
infecciosos en su interior. En efecto, los afídidos<br />
que transmiten uno <strong>de</strong> los virus más comunes<br />
<strong>de</strong> la patata pier<strong>de</strong>n muy rápidamente su<br />
po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> infectar plantas sanas y necesitan ingerir<br />
una dosis fresca <strong>de</strong> virus, antes <strong>de</strong> que puedan<br />
infectar <strong>de</strong> nuevo. Es posible que, en tales casos,<br />
el virus sea digerido por las enzimas contenidas<br />
en el tubo digestivo o por otras substancias <strong>de</strong>l<br />
medio líquido interno <strong>de</strong>l insecto y <strong>de</strong>struido con<br />
más o menos rapi<strong>de</strong>z. En relación con este punto<br />
son <strong>de</strong>mostrativas las experiencias <strong>de</strong> Watson y<br />
Roberts (1940) y <strong>de</strong> Kassanis (1941) que nos<br />
enseñan que los afídidos vectores <strong>de</strong> virus pue<strong>de</strong>n<br />
infectar sucesivamente a varias plantas sanas,<br />
sin tener acceso mientras tanto, a ningún otro manantial<br />
<strong>de</strong> virus, siempre y cuando el tiempo que<br />
permanezcan sobre cada una sea bastante corto.<br />
Se ha observado, a<strong>de</strong>más, que afídidos que se han<br />
alimentado durante unos cuantos minutos sobre<br />
las plantas atacadas y que antes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su<br />
"comida" han permanecido en ayunas, conservan<br />
su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> transmitir la enfermedad durante <strong>12</strong><br />
horas; los que se alimentan <strong>de</strong> una manera continua,<br />
tanto <strong>de</strong>spués como antes <strong>de</strong> entrar en contacto<br />
con la fuente <strong>de</strong> virus, apenas conservan más<br />
<strong>de</strong> una hora su capacidad infectiva.<br />
Los resultados que acabamos <strong>de</strong> exponer se<br />
concilian mal con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que, en tales casos,<br />
los insectos vectores sean meros transmisores mecánicos<br />
y el virus vaya adherido como contaminante<br />
a las piezas bucales <strong>de</strong> los mismos. En efecto,<br />
no hay ninguna explicación aceptable para el<br />
hecho <strong>de</strong>mostrado <strong>de</strong> que los afídidos sometidos<br />
a ayuno, absorban mayores dosis <strong>de</strong> virus que los<br />
que se alimentan copiosamente. Tampoco es fácil<br />
<strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r por qué, en el primer caso, el<br />
virus <strong>de</strong>saparece <strong>de</strong>l aparato bucal en menos <strong>de</strong><br />
C I E N C I A<br />
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I hora, mientras que, en el segundo, persiste durante<br />
<strong>12</strong>. Watson admite que el virus pasa al<br />
interior <strong>de</strong> los insectos vectores, con los jugos nutricios<br />
extraídos <strong>de</strong> las plantas que utilizan como<br />
alimento y que, más tar<strong>de</strong>, es inoculado a otras<br />
plantas. En este caso bien pudiera suce<strong>de</strong>r que<br />
haya algún mecanismo, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong>l afídido,<br />
que <strong>de</strong>struye, no precisamente a los virus,<br />
sino al po<strong>de</strong>r infeccioso <strong>de</strong> los mismos. Acaso sea<br />
alguna substancia, <strong>de</strong>l grupo <strong>de</strong> las enzimas, presente<br />
en cantida<strong>de</strong>s relativamente elevadas en los<br />
afídidos que se han alimentado copiosamente, pero<br />
que abun<strong>de</strong> mucho menos en los sometidos a<br />
prolongado ayuno. Se ha sugerido que la supuesta<br />
enzima actuaría, al modo <strong>de</strong> la tripsina y<br />
otros fermentos, formando con el virus un complejo<br />
no infectivo o aumentando la resistencia <strong>de</strong><br />
la planta.<br />
En apoyo <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as anteriores merece citars?<br />
que el propio Watson <strong>de</strong>mostró que el jugo obtenido<br />
machacando abundantes Myxus persicae presenta<br />
la notable propiedad <strong>de</strong> inactivar el zumo<br />
extraído <strong>de</strong> plantas atacadas por el virus III <strong>de</strong>l<br />
beleño (Hyosciamus niger). Black (1939) observó<br />
que el líquido proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la maceración <strong>de</strong><br />
distintos cicadélidos y afídidos inhibía la actividad<br />
<strong>de</strong>l virus <strong>de</strong>l mosaico <strong>de</strong>l tabaco. Este mismo<br />
virus y también el <strong>de</strong> la necrosis <strong>de</strong>l tabaco son,<br />
según Smith (1941), inactivados por extractos<br />
obtenidos <strong>de</strong> diversas orugas. Aunque se carece<br />
<strong>de</strong> pruebas indudables acerca <strong>de</strong> que, en condiciones<br />
naturales, los virus absorbidos por los artrópodos<br />
vectores que se alimentan sobre las plantas<br />
infectadas, se pongan en contacto con substancias<br />
inhibidoras tales como las que se han <strong>de</strong>mostrado<br />
en los extractos y macerados <strong>de</strong> insectos, la innegable<br />
existencia <strong>de</strong> semejantes enzimas hace muy<br />
probable la explicación sugerida por Watson.<br />
También hemos citado, más arriba, la virosis<br />
<strong>de</strong> la remolacha conocida con el nombre <strong>de</strong> rizado<br />
<strong>de</strong>l cogollo y el insecto vector <strong>de</strong> la misma k'utettix<br />
tenellus. En este caso la chicharrita es específica<br />
como agente transmisor <strong>de</strong>l virus responsable<br />
<strong>de</strong> la enfermedad. No se conoce ningún otro insecto<br />
que intervenga en la difusión <strong>de</strong> la misma.<br />
Freitag (1936) y Bennet y Wallace (1938) que<br />
han estudiado el papel transmisor <strong>de</strong>l referido<br />
insecto, lograron recuperar el virus, <strong>de</strong> la saliva,<br />
la sangre, el contenido intestinal y las heces (en<br />
este último caso en pequeñísima cantidad) <strong>de</strong> los<br />
cicadélidos virulíferos. Parece ser que el principal<br />
reservorio es la hemolinfa <strong>de</strong>l insecto, ya que<br />
a partir <strong>de</strong> este medio la recuperación <strong>de</strong>l virus<br />
es mucho más fácil. Los I-utettix que han ingerido<br />
el agente infeccioso por haberse alimentado du-