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Memoria Seminario 1999-2000 - FedIcaria

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construcción, en el espacio mismo de la civilización de la escasez, de un ámbito donde las necesidades<br />

sean una necesidad y los deseos un deseo, no una privación. Y una actitud claramente política lo es<br />

cuando se entiende que su propuesta actúa en el seno de un poder dominante que basa su hegemonía en<br />

su carácter político. El sistema educativo es política, es política el currículo, política también es la<br />

reclamación que se hace sobre la neutralidad de las disciplinas y, en fin, política es el<br />

comportamiento del capitalismo tardío “que cuanto más avanzado y desarrollado menos conoce de<br />

necesidades y más conoce de deseos” 71 . En una palabra, para emanciparse del pensamiento<br />

hegemónico, la didáctica crítica ha de actuar políticamente.<br />

Actuar políticamente significa romper la barrera de las “cuatro paredes” e<br />

interpretar la escuela como un componente más de la esfera pública. Esta precisión introduce el<br />

sentido de la irrigación de las perversiones del sistema dominante al subsistema educativo. Por lo<br />

tanto, actuar contra la privación y la escasez estructural del sistema económico del neoliberalismo,<br />

al que se ha interpretado, más arriba, como la mercantilización de la política, debe estimarse como<br />

una intervención contra la privación y la desigualdad que propaga el sistema educativo.<br />

Aceptado este efecto de irrigación o la convicción de que la actuación en el aula es una<br />

intervención en la esfera pública, cualquier decisión que se tome, pues, frente al poder dominante,<br />

pierde el carácter de la individualidad, dotándose de una naturaleza solidaria. El profesor,<br />

consciente de que su trabajo es político y de que las cuatro paredes, como mamparas permeables, se<br />

llenan, sin traba alguna, del aliento de la vida pública, sabe que sus intenciones emancipadoras sólo<br />

pueden realizarse si se da la condición de la solidaridad. No se trata aquí de entender la<br />

solidaridad como un simple componente ético de un deber de fidelidad al compañero y al alumno, de<br />

comprensión de los golpeados por la desigualdad, de apostar por los valores sociales y comunitarios o<br />

de defender la necesidad por encima del deseo. Hay algo más que, con frecuencia, se suele silenciar y<br />

que, sin embargo, aporta consistencia al componente ético. El carácter político que anida en el sentido<br />

solidario de las intervenciones didácticas del profesor en la esfera pública del aula, convierte a la<br />

solidaridad en una virtud tan efectiva que obliga a que cada profesor considere que sus ideas y sus<br />

actos participan de las ideas y de los actos de sus compañeros. Por eso se comprende que la<br />

solidaridad sea una virtud demasiado sospechosa 72 .<br />

En fin, quiero terminar con una propuesta que se deduce de todo lo anterior. Dice así.<br />

Hay que educar al deseo a necesitar y hay que satisfacer la necesidad de que el deseo necesite, porque<br />

estos requisitos que el sistema dominante niega, son, a su vez, una negación de ese mismo sistema<br />

dominante. Que haya paz.<br />

(....)<br />

71 Luis Enrique ALONSO, o.c., p. 155.<br />

72 Para Victoria CAMPS la razón de esa sospecha reside en que es una virtud de los pobres y de los<br />

oprimidos. Véase su obra Virtudes públicas, Espasa Calpe, Madrid, 1990, p. 33-54.<br />

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