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gallega

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ALTA COCINA GALLEGA<br />

el vino gallego<br />

Con posterioridad a la Edad Media, la viticultura continuó<br />

su desarrollo y se siguieron cultivando en cada zona conmáticas<br />

más extremas de la Galicia interior. Otro ejemplo<br />

de este tipo de comportamiento lo tenemos con la variedad<br />

Palomino Fino, que alcanza su máximo nivel de calidad<br />

de fruto en los suelos de albariza o bujeo de Andalucía,<br />

mientras que en Galicia (donde fue introducida la variedad<br />

hace unos cien años) produce frutos de muy baja calidad.<br />

De aquí la importancia que tiene a la hora de producir un<br />

buen vino no solo elegir la variedad, sino conocer su nivel<br />

de adaptación al terreno en el que se quiere cultivar.<br />

La importancia que la vid y el vino han tenido para el hombre<br />

a lo largo de su historia queda reflejada en el hecho<br />

de que, no conforme con seleccionar las uvas que más le<br />

agradaban o que mejor se adaptaban a su hábitat, utilizó<br />

su inteligencia para desarrollar técnicas de poda y conducción<br />

de las plantas de vid (desde las más rudimentarias<br />

de la antigüedad a las más sofisticadas utilizadas<br />

actualmente) que le permitiesen adaptar las variedades a<br />

zonas climatológicamente más adversas, obtener mayor<br />

cantidad de fruto o mejorar su calidad. Aunque una variedad<br />

con bajo nivel de afinidad al suelo y clima de una zona<br />

concreta nunca podrá llegar a producir uva y vinos de gran<br />

calidad mediante la aplicación de diferentes técnicas de<br />

cultivo, sí es posible conseguirlo con aquellas que tienen<br />

un nivel de afinidad medio-alto. Este tipo de manejo es lo<br />

que actualmente se ha dado en denominar «viticultura de<br />

precisión», en la que a partir de un profundo conocimiento<br />

científico de la fisiología y características de la variedad,<br />

de los suelos y de las condiciones climáticas de un lugar<br />

determinado se pueden ir aplicando ciertas técnicas para<br />

conseguir que la calidad del fruto alcance el máximo nivel,<br />

o que en los vinos obtenidos se potencien ciertos aspectos<br />

y matices de interés para la bodega.<br />

da hipótesis es la «teoría indigenista», según la cual la<br />

aparición de las viníferas se habría producido de manera<br />

independiente en diversos puntos geográficos, habiéndose<br />

desarrollado, por tanto, la domesticación a partir de<br />

las plantas presentes en cada área de origen, pudiendo<br />

haber sido posteriormente difundidas a otras zonas por<br />

las diferentes civilizaciones. Esta última es la hipótesis<br />

más aceptada hoy día, ya que diversos estudios científicos<br />

sobre genética de la vid, restos de semillas encontradas<br />

en numerosos yacimientos arqueológicos y ejemplares<br />

vivos de Vitis sylvestris, localizados en diferentes bosques<br />

de Europa, incluidos algunos españoles (Andalucía, Rioja<br />

o Asturias), la corroboran. Esta última hipótesis echa por<br />

tierra la idea, preferida por muchos autores, de que tal o<br />

cual variedad fue traída por fenicios, griegos o romanos,<br />

o posteriormente por determinadas órdenes monásticas.<br />

Tal es el caso de muchas de las variedades de cultivo tradicional<br />

en Galicia y en otras áreas vitícolas españolas,<br />

alrededor de las cuales circula siempre una historia sobre<br />

un monasterio local y una orden religiosa que habría<br />

introducido la variedad en la zona. Es difícil entender este<br />

afán por afirmar, sin fundamento alguno que demuestre<br />

la veracidad de tal aseveración, que nuestras mejores<br />

variedades proceden de tierras lejanas, en las que, por<br />

otro lado, no queda ni rastro de esas uvas. Como decía<br />

un compañero con cierta gracia, hablando del Albariño<br />

y la teoría de que los monjes de Cluny habrían traído la<br />

variedad desde el Rin: «Caramba con los monjes, que no<br />

solo han traído la variedad desde el Rin, sino que además<br />

se han empleado a fondo en arrancar hasta la última raíz<br />

existente de su supuesto lugar de origen y en borrar cualquier<br />

referencia escrita para que no quede rastro de ella<br />

allí». Es curiosa y difícil de entender fuera de nuestras<br />

fronteras esa costumbre que tenemos los españoles de<br />

valorar más las cosas si vienen de fuera. Hasta tal punto<br />

llega esta obsesión que incluso te miran con cierta desconfianza<br />

cuando reivindicas con demasiada vehemencia<br />

el origen genuinamente español de alguna de estas variedades,<br />

aunque, como en este caso, todas las evidencias<br />

científicas indiquen que es así.<br />

No cabe ninguna duda de que en la Edad Media las órdenes<br />

monásticas contribuyeron enormemente al desarrollo<br />

y expansión de la viticultura, al igual que lo hicieron con<br />

otros cultivos, pero en muchos casos simplemente enseñando<br />

a aprovechar y obtener un mayor rendimiento de<br />

los recursos que se encontraban en los lugares en los que<br />

se iban instalando.<br />

creta de Europa, Asia occidental y norte de África aquellas<br />

variedades típicas y mejor adaptadas de cada una de ellas.<br />

En el continente americano no existían las viníferas, que<br />

fueron llevadas desde Europa tras el descubrimiento de<br />

América, donde tardaron todavía siglos en ser establecidas<br />

las primeras grandes plantaciones. La llegada a Australia,<br />

Nueva Zelanda y Sudáfrica se produjo mucho más<br />

tarde, en épocas relativamente recientes. Las variedades<br />

introducidas mayoritariamente en estos continentes fueron<br />

francesas, como el Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot,<br />

aunque también llevaron algunas españolas, como el<br />

Tempranillo.<br />

A finales del siglo xix, se produjeron una serie de acontecimientos<br />

que provocaron un cambio radical en la viticultura<br />

a nivel mundial. El primero de ellos fue la llegada, procedente<br />

de América, de la enfermedad del oídio, a la que<br />

le siguieron la filoxera, el mildiu y, casi simultáneamente,<br />

el black-rot (o podredumbre negra). Excepto la filoxera,<br />

que es un insecto, el patógeno causante de las otras tres<br />

enfermedades es un hongo. Todas ellas existían en América,<br />

en cuyos bosques crecían, de forma natural, otras<br />

especies de la familia de las vitáceas que sí eran resistentes<br />

a estas enfermedades, pero no la especie Vitis vinifera<br />

(tal como se ha explicado en los párrafos anteriores), que<br />

era altamente sensible a los patógenos que las causaban.<br />

La expansión de estas enfermedades por los viñedos europeos<br />

provocó una gran debacle y un cambio radical tanto<br />

en el manejo del cultivo como en las variedades de vid<br />

empleadas a partir de entonces. Por un lado, algunas de<br />

las antiguas variedades, especialmente sensibles a estas<br />

enfermedades, desaparecieron por completo o quedaron<br />

al borde de la extinción. Por otro lado, se produjo un gran<br />

trasiego de variedades entre las distintas zonas vitícolas<br />

de Europa, lo que creó una gran confusión en torno<br />

a los orígenes y nombres de muchas de ellas. Fue muy<br />

habitual en esa época, al introducir variedades foráneas,<br />

atribuirles nombres locales diferentes a los que tenían en<br />

su lugar de procedencia, o incluso asignarles sinonimias<br />

con respecto a las variedades antiguas de cada zona. Muchos<br />

viveristas, con la esperanza de obtener plantas más<br />

resistentes a las citadas enfermedades, realizaron en<br />

aquella época distintos cruzamientos entre las antiguas<br />

viníferas de cada área vitícola. Gran parte de dichos cruzamientos<br />

eran mantenidos en secreto por sus autores,<br />

con el objetivo de rentabilizar su obtención, lo que también<br />

contribuyó a aumentar la confusión sobre las variedades,<br />

sus nombres, su origen, etc. Además, y también con el<br />

objetivo de buscar plantas de vid más resistentes para repoblar<br />

los viñedos europeos que habían sido devastados,<br />

Recogiendo la uva durante la vendimia.<br />

En cuanto a la antigüedad y procedencia de las variedades<br />

de vid, debe quedar claro, en primer lugar, que una<br />

cuestión es su origen y otra muy distinta la difusión e impulso<br />

de su cultivo. Geográficamente, el origen de Vitis<br />

vinifera se sitúa en un área comprendida entre Europa, la<br />

zona occidental de Asia y el norte de África, y se explica<br />

según dos hipótesis. La primera de ellas es la del «difusionismo<br />

oriental», según la cual las viníferas habrían<br />

sido importadas desde Asia por algún pueblo mediterráneo,<br />

probablemente los fenicios, y difundidas más tarde<br />

por otras civilizaciones posteriores, como los griegos y<br />

los romanos. Esta hipótesis era la que hasta hace poco<br />

servía para explicar el origen de las viníferas en España,<br />

aunque Plinio el Viejo (23-79 d. C.), en el libro decimocuarto<br />

de su Historia natural, ya dejaba constancia de la<br />

existencia de numerosas variedades de vid en la península<br />

Ibérica, antes de la llegada de los romanos. La segunse<br />

realizaron cruzamientos entre variedades de la especie<br />

Vitis vinifera L. y variedades de otras especies americanas<br />

(que, como ya se ha explicado, eran resistentes). El resultado<br />

de estos cruzamientos fueron los denominados<br />

híbridos productores directos (HPD), que popularmente<br />

empezaron a ser conocidos con el nombre genérico de<br />

«americanos». A pesar del gran número de HPD obtenidos,<br />

particularmente por los franceses, y aunque muchos<br />

de ellos presentaban un elevado nivel de resistencia a las<br />

enfermedades que habían invadido los viñedos, ninguno<br />

de ellos fue capaz de producir frutos con unas características<br />

adecuadas para la elaboración de vinos de calidad,<br />

y menos para sustituir a las variedades nobles europeas<br />

como Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Syrah, Tempranillo,<br />

Garnacha y tantas otras.<br />

Después de numerosos estudios, realizados bajo la gran<br />

presión que suponía para los científicos de aquella época<br />

el hecho de que miles de viticultores estuviesen pendientes<br />

de sus avances, desesperados ante la contemplación<br />

de sus viñas arrasadas y sin saber cómo solucionarlo, se<br />

descubrió que el mildiu podía ser combatido con la aplicación<br />

de sulfato de cobre y el oídio, con la aplicación de<br />

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