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ALTA COCINA GALLEGA<br />

Materias primas, la despensa de Galicia<br />

De caza<br />

La caza, que en el pasado era una actividad de subsistencia,<br />

en la actualidad se valora más por su carácter lúdico<br />

y es considerada un deporte. Las piezas obtenidas<br />

deben seguir un proceso de aireación y ser cocinadas de<br />

un modo especial para conseguir que la carne sea tierna<br />

y que no pierda ese sabor a monte que las hace tan características.<br />

Las aves<br />

La becada no hace mucho tiempo que ha empezado a valorarse,<br />

porque la arcea, como la llaman en Galicia, no<br />

era muy bien considerada. Si se cazaba, se comía, pero<br />

no se buscaba ni se perseguía. En la actualidad, sin embargo,<br />

es muy demandada como pieza de caza, pues su<br />

carne roja tiene un sabor exquisito, y, como se desea lo<br />

que no se tiene, y no se ha conseguido criar la becada en<br />

cautividad, cuesta encontrarla y su precio es elevado. Esta<br />

ave de invierno es rica en nutrientes y se prepara de diversas<br />

maneras, generalmente asada, guisada o estofada,<br />

acompañada de setas o puré de castañas, o bien regada<br />

con coñac.<br />

Más conocida y pequeña es la codorniz, una gallinácea<br />

que en Galicia recibe el nombre de paspallás. Es un ave<br />

migratoria que viene a España a pasar el verano, de abril a<br />

septiembre, y a veces se queda. Aunque también se crían<br />

en granjas, se aprecian mucho más las que viven en libertad.<br />

Su carne es oscura, fina, sabrosa y delicada y se<br />

puede asar, guisar, escabechar o estofar. Se añade a los<br />

arroces o se hacen rellenas. Su sabor se potencia si se<br />

acompañan de dulces, y no es extraño que se sirvan con<br />

chocolate o con mermelada de frutas.<br />

El faisán es la más exótica (procede de China); altivo en<br />

sus andares y de plumas coloridas, las crónicas lo mencionan<br />

como manjar en los grandes festines de la antigüedad,<br />

y siempre ha estado presente en las mesas de<br />

monarcas y nobles. No solo gusta por su aspecto: su carne<br />

es sabrosa, tierna y magra, y aporta muchas proteínas,<br />

potasio, calcio y hierro. Como otras gallináceas, se cría en<br />

cautividad, pero son más codiciados los ejemplares que se<br />

obtienen por medio de la caza. Suele prepararse asado y<br />

acompañado de salsas, o bien estofado, y es muy popular<br />

el faisán relleno.<br />

Igual que las otras aves de caza, el pato puede ser silvestre<br />

o de granja. El primero tiene la carne más dura y<br />

el sabor más fuerte, aunque este difiere según el hábitat<br />

en el que el animal se haya criado. La carne del macho<br />

es más dura, por eso se prefiere la de la hembra, y para<br />

suavizarla se prepara preferentemente relleno, guisado o<br />

al horno, acompañado de salsas. Es popular el pato a la<br />

<strong>gallega</strong>, hecho en una cazuela en el horno, con zanahorias,<br />

cebollitas, hierbas aromáticas, bien regado con vino<br />

blanco y acompañado de castañas cocidas.<br />

Aunque también se cría en cautividad y no sin ciertas dificultades,<br />

la buena perdiz es la silvestre; la temporada<br />

de caza es de octubre a enero. En Galicia se encuentra la<br />

perdiz roja (Alectoris rufa), que como las otras aves de caza,<br />

es muy nutritiva, pues aporta muchas proteínas, minerales<br />

y vitaminas. Al contrario de lo que ocurría con el pato, en el<br />

caso de la perdiz se prefiere la carne del macho, más sabrosa,<br />

aunque debe cocer durante más tiempo. Se cocinan<br />

estofadas, asadas, guisadas, escabechadas, a la parrilla,<br />

con arroz, rellenas o en pepitoria. Se puede obtener también<br />

en conserva.<br />

El faisandage, método culinario<br />

Con todas las aves cazadas, excepto con el pato, se aplica<br />

el proceso del faisandage. Una vez obtenida la presa,<br />

esta debe airearse, así la carne resulta más tierna, más<br />

sabrosa y con más aroma. Para ello se cuelga la pieza por<br />

el pico, boca arriba, sin quitarle ni plumas ni vísceras, y se<br />

deja en un lugar fresco y aireado unos dos o tres días. Se<br />

produce entonces una reacción química que tiene lugar<br />

entre la muerte del animal y antes de que empiece a descomponerse.<br />

De esta manera se consigue que la carne sea<br />

más blanda, tierna y aromática, y se digiera mejor. Cuando<br />

se puedan quitar las plumas con facilidad, la pieza ya está<br />

lista para cocinar. Este método culinario, conocido como<br />

período de maduración o de reposo, se llama faisandage,<br />

del francés faisandegée, y procede del término «faisán».<br />

El conejo y la liebre<br />

Cazar conejos en Galicia es una actividad lúdica que pasa<br />

de una generación a otra. Son muy abundantes y, como las<br />

aves, los hay silvestres y de granja. Los primeros, que campan<br />

a sus anchas por los montes gallegos, tienen la carne<br />

más sabrosa, más roja y menos grasa, y aportan muchos<br />

nutrientes. Los de granja se pueden adquirir todo el año;<br />

los silvestres, solo en época de caza, en otoño e invierno.<br />

La carne de conejo se prepara guisada, al horno, estofada<br />

o a la brasa. Si es de granja, se recomienda dejarla marinar<br />

con hierbas aromáticas, así será más tierna y sabrosa.<br />

El número de ejemplares de jabalí ha aumentado<br />

considerablemente en los últimos años.<br />

En la actualidad, la liebre es muy escasa en Galicia, pero<br />

cuando se consigue cazar, se disfruta de su carne oscura<br />

y delicada que conserva el sabor de las hierbas que<br />

ha consumido el animal. Es más tierna la carne de los<br />

ejemplares jóvenes, y se recomienda dejarla reposar un<br />

par de días. Se cocina como el conejo y es deliciosa si se<br />

acompaña de frutas, en salsa o en mermeladas.<br />

El jabal<br />

En los últimos años, el número de ejemplares de jabalíes<br />

ha aumentado considerablemente, hasta el punto de<br />

convertirse en un problema para los agricultores, y en<br />

ocasiones se organizan batidas para cazarlos. Aun así,<br />

en algunos lugares se crían en semilibertad, de manera<br />

controlada. Este porco bravo –como se conoce localmente–<br />

que vaga por los montes, tiene una carne sabrosa, de<br />

intenso color rojo, muy apreciada y con menos grasa que<br />

la de su pariente el cerdo. La de los jabatos es la más<br />

gustosa y se pueden cocinar enteros. De los adultos se<br />

consumen las paletillas, la espalda –de la que se cortan<br />

chuletas y filetes–, las piernas e incluso la cabeza y el<br />

rabo, y se hacen patés con las vísceras.<br />

Se puede asar, estofar, guisar o preparar de la misma<br />

manera que el cerdo, y en Galicia se acostumbra a acompañar<br />

con castañas. Se haga como se haga, es importante<br />

que se cocine muy bien, para destruir cualquier germen<br />

nocivo, aunque todos los ejemplares deben pasar un riguroso<br />

control sanitario, pues existe el riesgo de que sean<br />

portadores del parásito triquina. El jabalí tiene su propia<br />

fiesta, en Cerdedo (Pontevedra) la última semana de abril.<br />

El sabor especial del capón de Vilalba se debe<br />

a su alimentación totalmente natural.<br />

El capon de Vilalba<br />

El especial sabor de este pollo se debe a su alimentación,<br />

totalmente natural, y a los amplios espacios por los que<br />

deambula durante los primeros meses. En el proceso de<br />

cría, siempre supervisado para garantizar que se trata del<br />

verdadero capón de Vilalba, se seleccionan los mejores<br />

machos; se ceban, se castran quirúrgicamente y se convierten<br />

en capones. Tras unos días de descanso, se les<br />

deja salir al campo y empieza el período de engorde. Se<br />

alimentan de cereales, hierba y de todo lo que encuentran<br />

a su paso al corretear por el campo. Moverse a su antojo<br />

favorece el desarrollo muscular, que hace que la carne<br />

sea más sabrosa. Más tarde, en San Martín, a mediados<br />

de noviembre, se encierran en la capoeira, una jaula con<br />

barrotes, que tradicionalmente se tenía junto a la cocina<br />

de las casas, y se alimentan con una pasta hecha con harina<br />

de maíz, patatas, huevo y castañas cocidas. Se sacrifican<br />

a los ocho meses.<br />

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