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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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los ingenieros por qué había puesto aquella foto. Uno de ellos contestó que era

porque la gente como su hija conduciría el automóvil. «No —respondió Eberhard—.

Estamos construyendo este vehículo porque, cuando ella pueda conducir, los autos no

tendrán nada que ver con los de hoy, lo mismo que vosotros no pensáis que un

teléfono sea un aparato que tiene un cable y está colgado en la pared. Tenemos el

futuro en nuestras manos.» A continuación, Eberhard dio las gracias a algunos de los

ingenieros más importantes para la empresa y reconoció sus esfuerzos. Muchos de

ellos se habían pasado innumerables noches en vela y las palabras de Eberhard fueron

como un bálsamo. «Estábamos exhaustos —recuerda David Vespremi, exportavoz de

Tesla—. Luego llegó aquel sentido discurso en que se nos recordó que la

construcción del Roadster no tenía que ver con salir a bolsa o con venderlo a un

montón de ricachones, sino con transformar la idea de lo que era un automóvil.»

Sin embargo, todo aquello no bastó para superar el sentimiento que compartían

muchos ingenieros de Tesla de que Eberhard lo había dado ya todo de sí como

director general. Los veteranos de la empresa siempre habían admirado sus dotes para

la ingeniería y no dejaron de hacerlo. De hecho, Eberhard había convertido a Tesla en

un santuario ingenieril. Lamentablemente, otros departamentos de la empresa no

habían estado bien atendidos, y la capacidad de Eberhard para que la compañía

pasara a la fase de producción despertaba dudas. El disparatado coste del automóvil,

los problemas con la transmisión y la ineficacia de los proveedores estaban

paralizando Tesla. Y, cuando la empresa comenzó a incumplir las fechas de entrega,

muchos de sus entusiastas clientes, que habían desembolsado grandes sumas de

dinero, se volvieron en su contra. «La señal de advertencia estaba clara —afirma

Lyons—. Poner en pie una empresa no es lo mismo que dirigirla a largo plazo. Pero

cuando se da una situación así, las cosas se ponen feas.»

Eberhard y Musk se habían enfrentado durante años por algunos aspectos del

diseño. Por lo demás, se llevaban bastante bien. A ninguno le gustaban las tonterías.

E indudablemente compartían muchas ideas sobre la tecnología de las baterías y lo

que podría aportar al mundo. Sin embargo, su relación no sobreviviría a las cifras de

los costes del Roadster que Watkins había desvelado. A juicio de Musk, Eberhard

había administrado rematadamente mal la empresa al permitir que las piezas tuvieran

un coste tan elevado; además, no había informado a la junta directiva de la gravedad

de la situación. Mientras estaba de camino para dar una charla en el Motor Press

Guild en Los Ángeles, Eberhard recibió una llamada de Musk. Tras una breve y

desagradable conversación, tuvo claro que lo iban a reemplazar como director

general.

En agosto de 2007, Tesla destituyó a Eberhard y lo nombró director del

departamento de tecnología, lo que únicamente exacerbó los problemas de la

empresa. «Martin estaba furioso y nos ocasionaba trastornos —afirma Straubel—. Lo

recuerdo paseándose arriba y abajo por su despacho mostrando su descontento en un

momento en que tratábamos de terminar el automóvil, sin apenas dinero y pendientes

www.lectulandia.com - Página 118

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