Elon-Musk-Ashlee-Vance
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la fecha inicial que dio para el lanzamiento del Falcon 1, pareció sorprendido. «¿En
serio? —respondió—. ¿Eso dijimos? Vale, eso es ridículo. Creo que, sencillamente,
no sabía de qué estaba hablando. Solo tenía experiencia previa en programación
informática, y, sí, se puede escribir un montón de código y lanzar una página web en
un año. No hay problema. Esto no es como el software; con los cohetes no funciona
así.» Musk no puede evitarlo, sencillamente. Es optimista por naturaleza y se nota
que calcula cuánto tiempo se tardará en hacer algo basándose en la idea de que las
cosas progresarán sin inconvenientes en cada paso y que todos los miembros del
equipo tendrán unas capacidades y una ética del trabajo muskianas. Como explica
Brogan medio en broma, Musk augura cuánto tardará en desarrollarse un proyecto de
software cronometrando el número de segundos que se necesitan para teclear
físicamente una línea de código y extrapolándolo al número de líneas que prevé que
tendrá el programa definitivo. Es una analogía imperfecta, pero no se aleja demasiado
del punto de vista de Musk. «Todo lo hace deprisa —dice Brogan—. Mea deprisa; es
como una manguera de bombero. Tres segundos y fuera. Realmente se apresura para
todo.»
Al preguntarle sobre su enfoque, Musk comenta:
De verdad que no intento en absoluto fijar metas imposibles. Creo que las metas imposibles son
desmoralizadoras. No quieres decirle a la gente que atraviese una pared dándose cabezazos contra ella.
Nunca pongo a propósito metas imposibles. Pero es cierto que siempre soy optimista en cuanto a los
márgenes de tiempo. Estoy intentando recalibrarme para ser un poco más realista.
No creo que solo haya unos cien como yo o algo por el estilo. Quiero decir, en los inicios de SpaceX,
lo que ocurrió posiblemente se debió a la falta de comprensión sobre todo lo que exige el desarrollo de un
cohete. En ese caso me pasé, digamos, un 200 %. Creo que en programas futuros me pasaré entre el 25 y
el 50 %.
Creo que, generalmente, quieres un eje cronológico donde, a partir de todo lo que conoces sobre el
tema, el plazo límite debe ser X, y trabajas intentando alcanzar esa X, pero sin dejar de entender que
habrá todo tipo de cosas que no conoces y que te encontrarás y harán que la fecha se desplace más lejos.
Eso no quiere decir que no habrías debido intentar alcanzar esa fecha desde el principio, porque tener
como objetivo otra distinta habría sido un incremento de tiempo arbitrario.
Es diferente decir «Bueno, ¿qué le prometes a la gente?». Porque uno quiere intentar prometer a la
gente algo que incluya un margen en el calendario. Pero de cara a cumplir ese calendario público hay que
tener un calendario de uso interno más agresivo que el otro. Y aun así, a veces tampoco cumples lo
prometido.
SpaceX, por cierto, no es la única empresa a la que le sucede esto. Los retrasos están a la orden del día
en la industria aeroespacial. La cuestión no es si algo llega con retraso o no, sino con cuánto retraso llega.
No creo que exista un programa aeroespacial que se haya terminado a tiempo desde la puñetera Segunda
Guerra Mundial.
Tratar con los plazos épicamente agresivos y las expectativas de Musk ha exigido que
los ingenieros de SpaceX desarrollen algunas técnicas de supervivencia. A menudo,
Musk solicita propuestas extremadamente detalladas sobre cómo deben llevarse a
cabo los proyectos. Los empleados han aprendido a no indicar el tiempo necesario
para realizar algo en meses o semanas; Musk quiere pronósticos de días o de horas, y
a veces incluso cuentas atrás de minutos, y las consecuencias de incumplir una
planificación son duras. «Hay que apuntar hasta cuando vas al baño —dice Brogan
—. Yo le digo: “Elon, a veces la gente necesita estar un rato largo en la taza”.» Los
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