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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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escena horrorizado y temió por la vida de Elon. Corrió por las escaleras y vio que la

cara de Elon estaba hinchada y ensangrentada. «Parecía que hubiera estado

boxeando», recuerda. Elon fue al hospital. «Pasó alrededor de una semana antes de

que pudiera volver a la escuela», explica Musk. (En 2013, durante una conferencia de

prensa, Elon reveló que había tenido que operarse la nariz para hacer frente a las

secuelas que le había dejado aquella paliza.)

Durante tres o cuatro años, Musk sufrió un acoso incesante por parte de aquellos

matones. Llegaron al punto de golpear a un muchacho al que Musk consideraba su

mejor amigo, hasta que el niño accedió a dejar de hablarle. «Peor aún, lograron que

mi puto mejor amigo me animara a salir de mi escondite para que pudieran darme una

paliza —recuerda Musk—. Eso duele, joder.» Mientras me contaba aquella parte de

la historia, los ojos de Musk se humedecieron y le temblaba la voz. «Por alguna razón

me eligieron a mí y me hicieron la vida imposible. Eso fue lo más difícil de todo.

Durante unos años, no hubo tregua. Las pandillas me buscaban en la escuela para

molerme a palos, y, cuando volvía a casa, era igual de horrible. El espanto no acababa

nunca.»

Musk pasó los últimos años de instituto en el Pretoria Boys High School, donde

el estirón de la adolescencia y un mejor comportamiento por parte de los estudiantes

le hicieron más llevadera la vida. Aunque sus estatutos lo definan como un colegio

público, el Pretoria Boys High School ha funcionado como una escuela privada

durante los últimos cien años. Es el lugar al que uno enviaría a un joven con el fin de

prepararlo para entrar en Oxford o en Cambridge.

Sus compañeros de clase lo recuerdan como un chico agradable, callado y del

montón. «Había cuatro o cinco muchachos a los que se consideraba los más brillantes

—dice Deon Prinsloo, que se sentaba detrás de Musk en algunas clases—. Elon no

estaba entre ellos.» Media docena de compañeros hicieron comentarios parecidos, y

también señalaron que la falta de interés de Musk por los deportes lo aisló en un

entorno obsesionado con el atletismo. «Sinceramente, nada indicaba que fuera a ser

multimillonario —afirma Gideon Fourie, otro compañero de clase—. Nunca

destacaba en nada. Me asombra ver hasta dónde ha llegado.»

Aunque Musk no tenía amigos íntimos en la escuela, sus excéntricos intereses

dejaron huella. Uno de sus antiguos compañeros, Ted Wood, recuerda que llevaba

maquetas de cohetes a la escuela y los lanzaba en los descansos. Aquel no fue el

único indicio de sus aspiraciones. Durante un debate en clase de ciencias, Elon llamó

la atención al argumentar contra los combustibles fósiles y a favor de la energía solar,

una postura poco menos que sacrílega en un país dedicado a la minería. «Siempre

tuvo puntos de vista firmes sobre las cosas», dice Wood. Terency Beney, un

compañero de clase que se mantuvo en contacto con Elon a lo largo de los años,

afirma que Musk empezó a fantasear con la idea de colonizar otros planetas ya en sus

años de instituto.

En otro guiño al futuro, Elon y Kimbal charlaban al aire libre durante un descanso

www.lectulandia.com - Página 33

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