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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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entró en «modo bravucón». Empezó a decir que el objetivo de Tesla era convertirse

en el fabricante de automóviles con mayores ventas del mundo, superando los

beneficios de BMW. En septiembre de 2012 reveló algo que dejó estupefactos tanto a

sus críticos como a sus partidarios. Tesla había comenzado a construir en secreto el

primer tramo de una red de estaciones de carga. La empresa anunció la localización

de seis estaciones en California, Nevada y Arizona, y prometió que aparecerían

cientos más. La intención era construir una red global de carga; los propietarios de un

Modelo S que estuvieran haciendo un viaje largo solo necesitarían salir un momento

de la autopista para recargar rápidamente. Y sería gratis. De hecho, Musk insistió en

que los propietarios de un Tesla pronto podrían cruzar Estados Unidos sin gastar un

centavo en combustible. Los conductores de un Modelo S no tendrían problema para

encontrar sus estaciones, no solo porque el ordenador de a bordo los guiaría hasta la

más cercana, sino porque Musk y Holzhausen habían diseñado unos gigantescos

monolitos rojos y blancos que señalarían su presencia.

Las estaciones de supercarga, como las bautizó Tesla, representaban una inversión

importante para una empresa que andaba corta de fondos. Se podía argumentar que

gastar dinero en algo así, en un momento tan difícil de la historia de Tesla y el

Modelo S, era una tontería y hasta una completa locura. Seguro que Musk no podía

tener el descaro de rehacer por completo la idea del automóvil y construir una red de

suministro de energía al mismo tiempo, y todo con un presupuesto equivalente a lo

que Ford y ExxonMobil gastaban en su fiesta de vacaciones anual. Pero aquel era

justamente el plan. Musk, Straubel y otros integrantes de Tesla habían trazado hacía

tiempo aquel esquema de todo-o-nada, y algunas características del Modelo S se

habían construido pensando en la supercarga [11] .

Aunque la aparición del Modelo S y la red de carga le consiguieron a la empresa

un montón de titulares, no estaba claro que la buena prensa y las buenas vibraciones

fuesen a durar. Se había tenido que llegar a grandes compromisos mientras Tesla se

apresuraba a sacar el Modelo S al mercado. El auto tenía algunas características

nuevas y espectaculares, pero dentro de la empresa todos sabían que, a nivel de

berlinas de lujo, comparando característica con característica, el Modelo S no estaba

a la altura de vehículos como los BMW o los Mercedes-Benz. Por ejemplo, los

primeros miles de autos Modelo S se entregaron sin los sensores de aparcamiento ni

la navegación asistida por radar comunes en otros vehículos de gama alta. «Había que

elegir entre contratar de inmediato un equipo de cincuenta personas para incluir una

de esas cosas, o ir instalando prestaciones lo mejor y lo más rápido que se pudiera»,

explica Javidan.

Tampoco era fácil explicar los acabados imperfectos. Los primeros compradores

podían perdonar que un limpiaparabrisas se estropease un par de días, pero querían

ver asientos y parasoles a la altura de los 100.000 dólares que habían pagado. Tesla

hacía todo lo posible para conseguir materiales de la máxima calidad, pero a veces le

costaba convencer a los principales proveedores de que se tomasen a la empresa en

www.lectulandia.com - Página 200

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