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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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cargas. Pasó diez años en Aerospace y afinó sus habilidades como ingeniera de

sistemas. Al final, sin embargo, Shotwell se sentía molesta con el ritmo de la

industria. «No entendía por qué hacían falta quince años para construir un satélite

militar —explica—. Podía ver cómo menguaba mi interés.»

En los cuatro años siguientes, Shotwell trabajó en Microcosm, una empresa

espacial de reciente creación que estaba justo enfrente de Aerospace Corporation, y

se convirtió en la jefa del departamento de sistemas espaciales y desarrollo comercial.

Con una combinación de inteligencia, confianza, lenguaje directo y aspecto cuidado,

Shotwell consiguió una reputación de gran vendedora. En 2002, uno de sus

compañeros, Hans Koenigsmann, dejó la empresa para irse a SpaceX. Shotwell lo

invitó a una comida de despedida y lo dejó en la entrada de la destartalada sede de

SpaceX en aquel momento. «Hans me dijo que entrase a conocer a Elon —cuenta

Shotwell—. Acepté y fue cuando le dije: “Necesitas un buen encargado de desarrollo

empresarial”.» Al día siguiente, Mary Beth Brown telefoneó a Shotwell y le dijo que

Musk quería entrevistarla para el nuevo puesto de vicepresidente de desarrollo

empresarial. Shotwell acabó convirtiéndose en el empleado número siete. «Di el

preaviso de tres semanas en Microcosm y remodelé el cuarto de baño porque sabía

que en cuanto empezase mi nuevo trabajo ya no tendría vida», dice. En los primeros

años de SpaceX, Shotwell realizó la milagrosa gesta de vender algo que la empresa

aún no tenía. La compañía tardó en realizar un vuelo con éxito mucho más de lo

previsto. Por el camino, los fracasos fueron vergonzosos y malos para el negocio. A

pesar de todo, Shotwell se las arregló para vender una docena de vuelos a una

combinación de clientes comerciales y públicos antes de que la empresa pusiera en

órbita su primer Falcon 1. Su habilidad para cerrar tratos se extendió a la negociación

de lucrativos contratos con la NASA que mantuvieron con vida a SpaceX en los

peores años, incluido un contrato de 278 millones de dólares en agosto de 2006 para

empezar a trabajar en vehículos que pudieran transportar suministros a la Estación

Espacial Internacional (EEI). El historial de éxitos de Shotwell la convirtió en la

confidente definitiva de Musk, y a finales de 2008 ocupó el cargo de presidenta y jefa

de operaciones de la empresa.

Entre sus obligaciones están las de reafirmar el estilo de SpaceX conforme la

empresa crece y empieza a parecerse a los gigantes aeroespaciales de los que se

burlaban. Shotwell puede adoptar un aire afable y dirigirse a la empresa entera

durante una reunión, o convencer a un lote de posibles nuevos miembros de que

deberían firmar para que los exploten hasta la médula. Durante una de esas reuniones

con un grupo de becarios, Shotwell llevó a cerca de un centenar de personas a un

rincón de la cafetería. Vestía botas negras de tacón alto, vaqueros ajustados, una

chaqueta de cuero, un pañuelo y unos pendientes de aro enormes que se balanceaban

bajo la melena rubia que le llegaba hasta los hombros. Paseándose arriba y abajo,

micrófono en mano, les pidió que dijeran dónde habían estudiado y en qué proyecto

de SpaceX estaban trabajando. Uno de los estudiantes habían ido a Cornell y

www.lectulandia.com - Página 165

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