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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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capacidad, cosas que parecían evidentes para otras personas no lo eran para él. Tuvo

que aprender que un veinteañero no debía echar por tierra los proyectos de gente más

veterana señalándoles todos sus errores. Aprendió a modificar su comportamiento en

algunos aspectos. Creo que se relaciona con el resto del mundo a través de la

estrategia y el intelecto.» No todos los ajustes tuvieron el mismo grado de éxito.

Seguía volviendo locos a los jóvenes ingenieros con sus exigencias laborales y sus

críticas contundentes. «Recuerdo que asistí a una reunión en la que hicimos una

tormenta de ideas sobre un nuevo producto, una página dedicada a la venta de

automóviles —cuenta Doris Downes, directora creativa de Zip2—. Alguien dijo que

uno de los cambios técnicos que pretendíamos introducir era imposible de llevar a

cabo. Elon se volvió hacia él y le dijo: “Tu opinión me importa una mierda”, y se

marchó de la reunión. Para Elon no existe la palabra “no”, y espera que todos los que

le rodean compartan su actitud.» Periódicamente, Musk atacaba también a los

ejecutivos más veteranos. «Veías salir a la gente de las reuniones con cara de pocos

amigos —recuerda Mohr, el vendedor—. Nadie llega adonde ha llegado Elon siendo

un tipo agradable en todo momento. Era un hombre sumamente decidido y seguro de

sí mismo.»

Mientras Musk trataba de adaptarse a los cambios que los inversores habían

introducido en Zip2, disfrutaba de algunas de las ventajas de contar con un fuerte

apoyo financiero. Los inversores ayudaron a los hermanos Musk con sus visados.

Además les entregaron 30.000 dólares por cabeza para que se compraran un

automóvil. Musk y Kimbal habían cambiado su destartalado BMW por una

destartalada berlina que habían pintado a lunares con botes de espray. Con el dinero

de los inversores, Kimbal se compró un BMW Serie 3, y Musk, un Jaguar E-Type.

«Se averiaba constantemente y solía llegar al trabajo en grúa —rememora Kimbal—.

Pero Elon siempre ha pensado a lo grande.» [2]

A modo de ejercicio para reforzar el compañerismo, Musk, Ambras y otros

empleados y amigos dedicaron un fin de semana a recorrer en bicicleta la reserva

natural de Saratoga, en las montañas de Santa Cruz. Casi todos los ciclistas se habían

estado preparando y estaban acostumbrados a los esfuerzos físicos intensos y al calor

del verano. Subieron las montañas a un ritmo vertiginoso. Al cabo de una hora, Russ

Rive, el primo de Musk, llegó a la cima y se puso a vomitar. Justo detrás de él

llegaron los demás ciclistas. Quince minutos más tarde apareció Musk. Tenía la cara

morada y estaba empapado en sudor, pero llegó a la cima. «Nunca olvidaré aquella

carrera. Elon no estaba preparado en absoluto —recuerda Ambras—. Cualquier otro

habría tirado la toalla o habría subido caminando con su bicicleta. Cuando le vi subir

los últimos treinta metros, con aquel rictus de sufrimiento, pensé: “Elon es así:

triunfar o morir, pero jamás rendirse”.»

Musk siguió derrochando energía en el trabajo. Cuando algún inversor estaba a

punto de llegar a la oficina, Musk reunía a sus tropas y les indicaba que hablaran por

teléfono para que pareciera que estaban muy ocupados. También formó un equipo

www.lectulandia.com - Página 51

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