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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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Los fuertes vientos, nuevos fallos en las válvulas y otros errores echaron por tierra la

nueva tentativa. Antes de realizar un tercer intento, el equipo descubrió una noche de

sábado que los sistemas de distribución de la electricidad habían empezado a

funcionar mal y había que instalar nuevos condensadores. El domingo por la mañana

bajaron el cohete y desmontaron las dos fases para que un técnico pudiera deslizarse

en su interior y quitar las placas eléctricas. Alguien localizó en Minnesota una tienda

de electrónica que abría los domingos, y un empleado de la empresa voló sin demora

hasta allí para comprar algunos condensadores. El lunes estaba en California

probando los componentes en la oficina central de la compañía, para cerciorarse de

que pasaban diversas pruebas de temperatura y vibración antes de regresar en avión a

las islas. En menos de ochenta horas se había reparado y reinstalado el sistema

electrónico del cohete. La carrera de ida y vuelta a Estados Unidos demostró que los

treinta miembros del equipo de SpaceX sabían hacer frente a la adversidad y

alentaron a todo el mundo en la isla. Si el lanzamiento hubiera estado a cargo de un

equipo tradicional, formado por unas trescientas personas, jamás se habría pensado en

reparar el cohete a esa velocidad. Pero la energía, el talento y los recursos del equipo

de SpaceX no bastaron para vencer su inexperiencia ni para sobreponerse a las

dificultades atmosféricas. Se produjeron nuevos problemas y la idea de realizar el

lanzamiento quedó completamente descartada.

Finalmente, el 24 de marzo de 2006 funcionó todo a la perfección. El Falcon 1

despegó de la plataforma de lanzamiento y se elevó en el cielo. Desde las alturas, la

isla se veía como una mancha verde en medio de un vasto fondo azul. En la sala de

control, Musk observaba la evolución del cohete mientras se paseaba vestido con

pantalones cortos, sandalias y camiseta de manga corta. Sin embargo, a los

veinticinco segundos, quedó claro que algo no iba bien. Se declaró un fuego en el

motor Merlín y el aparato, que había estado ascendiendo en una impecable línea

recta, empezó a dar vueltas y después cayó incontrolablemente a la Tierra. El

Falcon 1 acabó precipitándose directamente sobre la plataforma de lanzamiento. La

mayoría de los escombros fue a parar a un arrecife situado a unos 75 metros de la

plataforma, mientras que la carga del satélite atravesó el techo del taller y aterrizó

más o menos intacta en el suelo. Algunos ingenieros se pusieron sus trajes de buceo y

recuperaron las piezas, colocando todos los restos del cohete en dos cajas del tamaño

de un congelador. «Tal vez no esté de más señalar que las empresas que han logrado

mandar cohetes al espacio también han sufrido reveses —escribió Musk en un

informe redactado a modo de balance—. Un amigo me escribió para recordarme que

de los primeros nueve lanzamientos del Pegasus, solo cinco tuvieron éxito; de los

cinco del Ariane, solo tres; de los veinte del Atlas, solo nueve; de los veintiuno del

Soyuz, solo nueve; y de los dieciocho del Protón, solo nueve. Después de

experimentar de primera mano lo difícil que es alcanzar la órbita, siento un gran

respeto por todos aquellos que perseveraron y lograron fabricar los vehículos que en

la actualidad constituyen los puntales de la navegación espacial.» Musk terminaba el

www.lectulandia.com - Página 97

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