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Elon-Musk-Ashlee-Vance

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estampadoras de nueve metros de alto eran blancas; además, gran parte del resto de la

maquinaria, como los equipos robóticos, estaba pintada de rojo. El lugar parecía una

versión industrial del taller de Papá Noel. Al igual que en SpaceX, Musk había

colocado en medio de la fábrica los despachos de los ingenieros, quienes trabajaban

en una zona acordonada por separadores de cubículos. Allí mismo tenía un despacho

el propio Musk [9] .

La ceremonia del lanzamiento del Modelo S tuvo lugar en la zona de la fábrica

donde se realizaba el acabado de los automóviles. Una parte del suelo estaba cubierta

de surcos y baches, y por ella pasaban los autos mientras los técnicos prestaban

atención a cualquier ruido extraño. También había una cámara donde se disparaba

agua a alta presión contra el vehículo para comprobar que no había filtraciones. En la

inspección final, el Modelo S circulaba por una elevada plataforma construida con

bambú, que combinada con abundante iluminación LED creaba un contraste intenso

que permitía detectar cualquier imperfección en la carrocería del vehículo. Durante

los primeros meses en que el Modelo S estuvo saliendo de la línea de montaje, Musk

inspeccionó personalmente todos los vehículos en la plataforma de bambú. «Hasta se

ponía a cuatro patas para mirar por el hueco donde se guardaba la rueda de repuesto»,

recuerda Steve Jurvetson, inversor y miembro del consejo de administración de Tesla.

Alrededor de aquella plataforma se reunieron cientos de personas para observar la

entrega de la primera docena de vehículos a sus dueños. Muchos de los empleados

eran trabajadores de la fábrica que en el pasado pertenecieron al sindicato de

trabajadores del automóvil, que se habían quedado en paro cuando cerró la planta de

NUMMI y que habían vuelto a trabajar construyendo el automóvil del futuro.

Agitaron banderas estadounidenses y llevaban viseras rojas, blancas y azules. Un

puñado de ellos derramó unas lágrimas mientras las berlinas Modelo S se alineaban

en la plataforma. Incluso los críticos más duros de Musk se habrían enternecido por

un instante observando aquello. Se puede decir lo que se quiera de que Tesla recibiese

dinero del Gobierno, o de que exagerase las posibilidades de los automóviles

eléctricos; lo cierto era que intentaba hacer algo grande y diferente, y como resultado

estaba dando empleo a miles de personas. Musk pronunció un breve discurso con el

rumor de la maquinaria de fondo, y acto seguido entregó las llaves a los propietarios,

que bajaron con sus autos de la plataforma de bambú y salieron por la puerta de la

fábrica en medio de una ovación de los empleados de Tesla.

Cuatro semanas antes, SpaceX había transportado un cargamento hasta la

Estación Espacial Internacional, y su cápsula había regresado a la Tierra. Era la

primera vez que una empresa privada lograba algo así. Aquella hazaña, combinada

con el lanzamiento del Modelo S, hizo que la imagen de Musk fuera de Silicon Valley

cambiase rápidamente. Aquel tipo que siempre estaba prometiendo, prometiendo y

prometiendo, había empezado a cumplir… y de forma espectacular. «Puedo haber

sido demasiado optimista en cuanto al tiempo que tardarían en realizarse algunas

cosas, pero no exageré en cuanto a los resultados —me dijo Musk en una entrevista

www.lectulandia.com - Página 198

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