Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Avancé diez metros, sin correr, y de pronto lo vi y no podía<br />
creerlo: un ómnibus avanzaba lentamente, <strong>con</strong> sólo<br />
dos pasajeros, uno de esos viejos autobuses de Cutcsa<br />
<strong>con</strong> plataforma abierta Trepé de un salto Media hora<br />
después bajé en la Plaza Independencia Nunca los diarios<br />
mencionaron esa minioperación frustrada, ni el<br />
nombre de Emilio apareció como <strong>una</strong> de las nobles víctimas<br />
de la subversión asesina Sólo el aviso mortuorio Y<br />
hasta estábamos nosotros (vos, yo, Graciela, etc) entre<br />
los deudos que participaban <strong>con</strong> profundo dolor el fallecimiento<br />
Quizá vos hayas estado en el velorio Yo no,<br />
claro, aunque en algún momento tuve la tentación Pero<br />
a esa altura ya estaba muy quemado Un año después,<br />
cuando nos agarraron en la redada de Villa Muñoz, me<br />
sometieron a cientos de interrogatorios, me deshicieron<br />
bastante, pero jamás me preguntaron sobre eso ¿Por<br />
qué no dieron cuenta del hecho? Nunca lo sabré La verdad<br />
es que nadie en la familia sabía que Emilio era cana<br />
Pero si su profesión era tan misteriosa, ¿por qué llevaba<br />
uniforme? Te preguntarás por qué te ensarto todo esto<br />
Te lo cuento porque nunca me he librado de esa acción,<br />
que para mí fue obligada ¿Prejuicio pequeñoburgués?<br />
Tal vez Es mi única muerte, qué ironía Estuve en más<br />
de un enfrentamiento y en varias ocasiones estuvieron a<br />
punto de limpiarme, y yo también estuve a punto de liquidar<br />
a alguno, pero parece que mi puntería deja un<br />
poco que desear No tengo ning<strong>una</strong> otra muerte en mi<br />
haber (¿o será en mi debe?) ¿Cuál es el problema? Que<br />
el primo no se me borra Ni se me borran mis manos<br />
crispadas apretándole el cuello Sueño <strong>con</strong> él dos o tres<br />
veces al mes, pero nunca en el acto de matarlo No son<br />
pesadillas Sueño <strong>con</strong> un pasado lejanísimo, cuando ambos<br />
éramos niños (me llevaba un año, ¿no?) y jugábamos<br />
al fútbol en el campito que quedaba atrás de la iglesia,<br />
o cuando en los meses de vacaciones íbamos al Prado<br />
en horas de la siesta, mientras ustedes los adultos sucumbían<br />
a la modorra y nosotros nos sentíamos particularmente<br />
libres y nos tendíamos sobre el césped o el col-<br />
108