Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
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profesional: hay que auscultar el país, señores, ponerle<br />
la oreja junto al lomo para sentir cómo respira y entonces<br />
ordenar, diga treinta y tres, diga por favor Treinta y<br />
Tres Orientales<br />
Pero a esta altura eso no me basta No puedo vivir<br />
aquí y así, <strong>con</strong> la obsesión de que mañana o el próximo<br />
octubre o dentro de dos años, voy a quitar amarras y<br />
emprender el regreso, el mítico regreso, porque el estilo<br />
provisional jamás otorga plenitud, y entonces me interno<br />
en el país Lydia, y esto es mucho más que un símbolo<br />
sexual (sin perjuicio de que allí me interne y sea un lindo<br />
viaje), es también enterarme de lo que se entera la gente<br />
del país Lydia, es escuchar los noticieros de radio y televisión<br />
de cabo a rabo y no solamente cuando les toca a<br />
las noticias internacionales, en la cotidiana espera de<br />
que por fin llegue algo bueno desde allá abajo Pero lo<br />
que llega es que desaparecieron otros cuatro, o murieron<br />
tres en la prisión y no siempre por lo que cierto defenestrado<br />
presidente llamaba “el rigor y la exigencia en<br />
los interrogatorios”, sino pura y exclusivamente por fatiga<br />
y sobresaturación de cárcel Lo que llega es que hubo<br />
más rastrillos y cayeron quinientos y luego soltaron a<br />
cuatrocientos veinte como era previsible, pero quiénes<br />
serán los ochenta restantes, qué les harán<br />
Estamos perdiendo la saludable costumbre de la esperanza<br />
Ya casi no entendemos que otras sociedades la sigan<br />
generando Recuerdo la madrugada del treinta de<br />
noviembre Le había dicho a Lydia que no viniera Quería<br />
estar solo <strong>con</strong> mi escepticismo No creía en el plebiscito,<br />
me parecía <strong>una</strong> trampa ridícula Pero a las tres de la<br />
madrugada me desperté y tuve la corazonada de encender<br />
la onda corta Y la noticia vino como entremezclada<br />
<strong>con</strong> mi sueño (que no había sido particularmente estimulante)<br />
y el NO había arrollado la propuesta de los<br />
milicos, y sólo cuando me <strong>con</strong>vencí de que eso no era<br />
<strong>una</strong> posdata de mi sueño, sino <strong>una</strong> noticia real, sólo entonces<br />
salté de la cama y grité como si estuviera en el<br />
Estadio y de pronto me di cuenta de que estaba llorando<br />
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