Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
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me permitieron llevar <strong>una</strong> valija, así que tuve que dejar<br />
muchas cosas<br />
El inspector me dijo entonces (a esa altura ya me trataban<br />
<strong>con</strong> mejores modos) que mi caso no era de expulsión<br />
ni de deportación y que por lo tanto no se me pondría<br />
en el pasaporte el sello deportado Para la deportación<br />
—me explicó— se necesitaba un decreto supremo,<br />
que no había tenido lugar en este caso Por eso era tan<br />
sólo “<strong>una</strong> cordial invitación a que me fuera de inmediato”<br />
Le pregunté qué podía pasar si no aceptaba la invitación<br />
“Ah, entonces igual se tendría que ir” Le dije que<br />
en mi país decimos, ante un caso así: “Me cago en la diferencia”<br />
Pedí que me dejaran telefonear a alguien de Lima No<br />
me lo permitieron Estaba incomunicado En cambio,<br />
<strong>con</strong>sintieron que hiciera llamadas de larga distancia Por<br />
lo tanto, telefoneé a mi hermano en Montevideo, para<br />
que le avisara a mi mujer que fuera a en<strong>con</strong>trarse <strong>con</strong>migo<br />
en Buenos Aires También traté de llamar a dos o tres<br />
personas en Buenos Aires, pero no <strong>con</strong>seguí comunicación<br />
Mi preocupación era lograr que me esperara alguien<br />
en Ezeiza Les pedí que por lo menos me dejaran<br />
hablar <strong>con</strong> la dueña del apartamento Me dijeron que podía<br />
llamarla siempre que le informara que, de súbito, había<br />
decidido irme del Perú y que en <strong>con</strong>secuencia le dejaba<br />
el apartamento Les dije que <strong>una</strong> llamada así yo no<br />
la hacía, ya que esa persona había tenido <strong>con</strong>migo un<br />
trato muy correcto Les sugerí que la llamaran ellos Dijeron<br />
que no<br />
Al cabo de unos minutos el inspector me preguntó qué<br />
<strong>con</strong>dición ponía yo para hablarle a la dueña Dije que le<br />
hablaría si podía decirle que me estaban echando Aceptó<br />
por fin Así que telefoneé a la señora a las tres de la<br />
madrugada La pobre casi se desmaya “¡Hay, señor, que<br />
le hagan eso a un caballero como usted!” Le expliqué<br />
que le dejaría un inventario de las cosas que quedaban<br />
en el apartamento y eran mías, y que más tarde le haría<br />
llegar alg<strong>una</strong> indicación sobre el destino de las mismas<br />
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