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Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti

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parece la misma, nos recordó que debíamos arrimarnos<br />

a la puerta ocho Durante el vuelo seguimos <strong>con</strong>versando<br />

y cuando la azafata (en Cubana de Aviación se llaman<br />

aeromozas) nos dejó el correspondiente refrigerio, Falco<br />

comentó: “Qué increíble Éstas no son muñecas, como<br />

las de otras compañías de aviación Son mujeres,<br />

¿viste?”<br />

Lo perdí en el aeropuerto José Martí, después de haber<br />

recogido nuestras cuatro valijas (<strong>una</strong> suya, tres mías)<br />

Él tuvo que incorporarse al resto de la excursión, y yo<br />

me reuní <strong>con</strong> varios amigos que habían ido a esperarme<br />

Dos días después tuvo lugar la marcha frente a la Oficina<br />

de Intereses norteamericanos Ya había <strong>con</strong>cluido la<br />

invasión de los diez mil en la embajada peruana Ahora<br />

el tema era otro: el anuncio de maniobras navales en la<br />

base de Guantánamo y las diarias amenazas de Carter<br />

También yo desfilé por el Malecón, <strong>con</strong> mis compañeros<br />

de la Casa de las Américas En mis varios años de<br />

residencia en Cuba, jamás había asistido a un acto de<br />

masas tan impresionante Estábamos esperando, a la altura<br />

de la Rampa, que el desfile se iniciara, cuando de<br />

pronto vi a Falco, apenas a unos diez metros de distancia<br />

La muchedumbre era compacta, así que era difícil<br />

avanzar De modo que le grité: “¡Falco! ¡Falco!” Desde el<br />

comienzo escuchó mi grito, pero indudablemente no podía<br />

creer que a las cuarenta y ocho horas de haber llegado<br />

a La Habana, alguien lo re<strong>con</strong>ociera y lo llamara Pero así<br />

es el azar Yo era seguramente la única persona en Cuba<br />

que podía re<strong>con</strong>ocerlo, y allí estaba, a pocos pasos<br />

Por fin me vio y sólo entonces puso cara de asombro y<br />

levantó alegremente sus largos brazos Transcurrieron<br />

diez minutos antes de que pudiéramos aproximarnos<br />

Me abrazó “¡Qué cosa bárbara, che! ¡Un millón de gente<br />

y vos que me en<strong>con</strong>trás!” Estaba eufórico “Esto es tonificante<br />

¿No te trae el recuerdo de¡ acto final del Frente?”<br />

“Bueno, aquí somos más” “Por supuesto Pero yo me refiero<br />

al fervor, a la alegría”<br />

Por fin empezamos a desfilar, primero lentamente,<br />

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