Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
a la situación, y llegaba a decir que nunca había sentido<br />
su propio cuerpo tanto como ahora, nunca había sacado<br />
tanto partido, no sólo físico, sino también espiritual, de<br />
un hecho que después de todo no tenía demasiadas variantes<br />
(en eso Rolando no está totalmente de acuerdo,<br />
pero se limita a sonreír) y sin embargo esa plenitud no la<br />
empujaba a hacer comparaciones, porque no quería<br />
agraviar el recuerdo de Santiago ni siquiera el recuerdo<br />
de su cuerpo (aquí Rolando deja de sonreír), no quería<br />
de ning<strong>una</strong> manera opacar su imagen, ya que tampoco<br />
tenía derecho a hacerlo pues no olvidaba que cuando<br />
ella y Santiago lo hacían eran más jóvenes, más urgidos,<br />
más vitales quizá (aquí Rolando frunce el ceño) pero<br />
también más inexperientes, y después de todo, lo sufrido<br />
en carne propia y ajena en todos estos años los había<br />
transformado en seres más duros y a la vez más tiernos,<br />
en hombres y mujeres más reales y a la vez más irreales,<br />
más <strong>con</strong>cretos y sin embargo más moldeables por la imaginación,<br />
y todo eso, todo ese desmoronamiento de ritos<br />
y de normas, toda esa <strong>con</strong>tradicción entre pasado y presente,<br />
entre presente y futuro, toda esa flamante objetividad,<br />
despojada de horóscopos (sonrisa de Rolando <strong>con</strong><br />
soplido adicional) y melancolías, venía a <strong>con</strong>vertirse de<br />
pronto en la única ventaja de <strong>una</strong> triste historia: ser menos<br />
mentirosos en el trato recíproco, ser menos injustos<br />
en la relación mutua, ser más humanos de tercera clase,<br />
porque los de primera y segunda ya no estaban, o ya no<br />
eran, o acaso habían pertenecido a estratos de ficción y<br />
disimulo<br />
Hasta que en la nueva vez que lo hicieron, cuando<br />
ella recomenzaba su paternoster post afrodisíaco,<br />
Rolando apagó el cigarrillo y le quitó el de ella, apagándolo<br />
también, y le tomó sin violencia un mechón de pelo<br />
suelto y la acostó suavemente y trepó sin apuro sobre<br />
aquel cuerpo asombrado y estremecido, y tras besarla<br />
junto a la oreja, dijo simplemente, Graciela no empieces<br />
de nuevo, vos y yo sabemos la historia completita, a<br />
quién se la <strong>con</strong>tás entonces, él es tu marido y yo soy su<br />
133