Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
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El trago es más amargo si pensamos que morir de exilio<br />
es la señal de que no sólo a Luvis, sino a todos, nos<br />
han quitado transitoriamente ese supremo derecho a<br />
abandonar el tren en la estación donde el viaje empezara<br />
Nos han quitado nuestra muerte doméstica, sencillamente<br />
nuestra, esa muerte que sabe de qué lado dormimos,<br />
de qué sueños se nutren las vigilias<br />
Por eso cuando ahora admitimos que Luvis, compañero<br />
querido como pocos, se va sin haber regresado, le<br />
prometemos bregar no sólo por cambiar la vida, sino<br />
también por preservar la muerte, esa muerte que es matriz<br />
y nacimiento, la muerte en nuestro barro<br />
Luvis fue un excelente periodista, un militante revolucionario,<br />
un amigo leal, un ferviente admirador de la Revolución<br />
cubana, pero acaso podamos sintetizar todos<br />
esos matices diciendo que fue un excepcional hombre de<br />
pueblo, <strong>con</strong> los atributos de sencillez y modestia, de apasionamiento<br />
y generosidad, de capacidad de afecto y de<br />
trabajo, alegría y valor, eficacia y responsabilidad, que de<br />
alg<strong>una</strong> manera compendian lo mejor de nuestro pueblo<br />
En él se daban dos rasgos complementarios, que no<br />
siempre coexisten en el exiliado; por un lado, el ojo y el<br />
oído indeclinablemente atentos a los sufrimientos y a las<br />
luchas, a los rumores y las imágenes, de la patria lejana,<br />
y por otro, su amplia capacidad de ser útil puesta al servicio<br />
de su fecunda integración en Cuba, cuya revolución<br />
comprendía, defendía y quería como si fuera la propia, y<br />
sabiendo que de algún modo era la suya, era la nuestra<br />
Con todas sus frustraciones y amarguras, el exilio no<br />
fue nunca para él un motivo, ni mucho menos un pretexto,<br />
de auto<strong>con</strong>finamiento y soledad Él sabía que la mejor<br />
fórmula <strong>con</strong>tra el azote del exilio es la integración en la<br />
comunidad que acoge al exiliado, y así, firme en su <strong>con</strong>vicción,<br />
trabajó <strong>con</strong> denuedo y alegría, casi como un cubano<br />
más, sin dejar nunca de ser un uruguayo cabal<br />
Recordemos que entre los lugares comunes que, en el<br />
mundo capitalista, rodean el negocio de la muerte, frecuentemente<br />
se habla de la “última morada” Sin embar-<br />
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