Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
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presencia real, admitida, comprendida en toda su chata<br />
magnitud Pero los barrotes no pueden ser otra cosa que<br />
lo que efectivamente son No hay barrotes abiertos y barrotes<br />
cerrados En cambio, <strong>una</strong> puerta es tantas cosas<br />
Cuando está cerrada, y siempre lo está, es la clausura, la<br />
prohibición, el silencio, la rabia Si se abriera (no para un<br />
recreo, o para un trabajo, o para <strong>una</strong> sanción, que son<br />
otras tantas formas de estar cerrada, sino para el mundo)<br />
sería la recuperación de la realidad, de la gente querida,<br />
de las calles, de los sabores, de los olores, de los sonidos,<br />
de las imágenes y el tacto de ser libre Sería por ejemplo<br />
la recuperación de vos y de tus brazos y de tu boca y de<br />
tu pelo y bah a qué intentar darle vueltas a un pestillo<br />
que no cede, a <strong>una</strong> cerradura in<strong>con</strong>movible Pero lo cierto<br />
es que la palabra puerta es de las que aquí más se<br />
barajan, más aún que todas las otras palabras que esperan<br />
detrás de esa puerta, porque todos sabemos que<br />
para llegar a ellas, para llegar a las palabras hijo, mujer,<br />
amigo, calle, cama, café, biblioteca, plaza, estadio, playa,<br />
puerto, teléfono, es imprescindible traspasar la palabra<br />
puerta Y ésta, que siempre nos muestra el lomo<br />
pero está aquí, nos mira férrea y sectaria, cruel y durísima,<br />
sin hacernos ning<strong>una</strong> promesa ni darnos ning<strong>una</strong><br />
esperanza y siempre cerrándose en nuestras narices Sin<br />
embargo, nosotros no nos dejamos vencer así nomás,<br />
nosotros también organizamos nuestra campaña anti<br />
clausura, y escribimos cartas, <strong>con</strong>siderando simultáneamente<br />
al destinatario y al censor O proyectos de cartas<br />
donde por costumbre seguimos autocensurándonos pero<br />
somos un poquito más osados, o masticamos libres monólogos<br />
como éste que ni siquiera llegará al papelucho y<br />
sus límites Pero uno de los matices más destacables y<br />
positivos de esa campaña es justamente el hacernos promesas,<br />
el darnos esperanzas (no las increíbles y<br />
triunfalistas, sino las austeras y verosímiles), el imaginar<br />
que abrimos la puerta en nuestras narices A veces tenemos<br />
<strong>con</strong> nosotros naipes o ajedrez, pero no siempre Ah<br />
pero tenemos el derecho de jugar al futuro, y por supues-<br />
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