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Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti

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EL OTRO (Sombras y medias luces)<br />

Lo peor de todo era dejar correr el tiempo sin haber<br />

llegado a un acuerdo sobre el futuro Porque no importaba<br />

cuántas horas <strong>con</strong>versaran sobre el tema ni cuántas<br />

veces se animaran a tratarlo Todos los argumentos y<br />

<strong>con</strong>trargumentos acababan derrumbándose cuando él,<br />

Rolando Asuero, volvía a repetir el ademán ya clásico, el<br />

del primer día de la creación, o sea el de tomarle el rostro<br />

<strong>con</strong> ambas manos y besarla <strong>con</strong> <strong>una</strong> <strong>con</strong>vicción que<br />

en cada nuevo ensayo se iba ajustando y madurando y<br />

dejando un sedimento más entrañable Y cuando él la<br />

desnudaba <strong>con</strong> la misma responsabilidad y el mismo placer<br />

de la ocasión primera, y ella se dejaba acariciar y<br />

acariciaba <strong>con</strong> <strong>una</strong> alegría corporal que, al iluminarla, la<br />

<strong>con</strong>vertía rápidamente de seducida en seductora, entonces<br />

se acababan todas las humillaciones y los tirones de<br />

<strong>con</strong>ciencia y el situarse arbitrariamente en el lugar del<br />

ausente Nunca lo hacían de noche, porque Graciela no<br />

quería que Beatriz se enterara antes de que Santiago lo<br />

supiera Graciela no quería que la hija <strong>con</strong>virtiera, <strong>con</strong><br />

su sola mirada de estupor o <strong>con</strong> su oído indeliberadamente<br />

atento, aquel acto traslúcido en aire <strong>con</strong>finado,<br />

aquella necesidad mutua en enigma a descifrar Por eso<br />

lo hacían de tarde, y él estaba de acuerdo, mientras la<br />

ciudad sesteaba y sólo se oía el zumbido de los abejorros<br />

que merodeaban en el callejón de flores o junto a las<br />

persianas<br />

Graciela le había dicho que esa hora obligada había<br />

acabado en ella <strong>con</strong> un prejuicio antiguo, más arraigado<br />

en sus hábitos de lo que había pensado y admitido Con<br />

Santiago nunca había hecho el amor de tarde, porque<br />

ella quería la oscuridad absoluta para la ceremonia, no<br />

quería nada que la distrajese del tacto, ya que el tacto<br />

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