Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
EL OTRO (Turulato y todo)<br />
Para él es <strong>una</strong> sensación nueva Y no es desagradable,<br />
qué va a ser Pero lo cierto es que se ha metido en<br />
un atolladero Nunca le había pasado esto <strong>con</strong> ning<strong>una</strong><br />
mujer Siempre había sido él, Rolando Asuero, el propietario<br />
de la iniciativa, el que había llevado las riendas de<br />
cada relación, terminara o no en la cama Y eso sí, <strong>una</strong><br />
cuestión de principios: que fuera provisional, <strong>con</strong> todos<br />
los datos y propósitos bien claritos, transparentes como<br />
el H 2 O y sin que nadie pudiera luego arrin<strong>con</strong>arlo <strong>con</strong> el<br />
certificado oral de alg<strong>una</strong> promesa incumplida Como<br />
omitió decir el Eclesiastés: para no incumplir promesas,<br />
lo mejor es no hacerlas Afort<strong>una</strong>damente, y esto debía<br />
re<strong>con</strong>ocerlo, siempre había en<strong>con</strong>trado mujeres gauchas<br />
y bien dispuestas, que admitían desde el pique las reglas<br />
del juego y que después, cuando éste <strong>con</strong>cluía, se esfumaban<br />
<strong>con</strong> un chau cordial y santas pascuas Por otra<br />
parte, a las dueñas o esclavas, esposas en fin, de sus<br />
amigos más entrañables, las había tratado como hermanas<br />
y si bien de vez en cuando les dedicaba <strong>una</strong> miradita<br />
incestuosa, jamás iba más allá del linde bienhumorado y<br />
camaraderil, aunque a menudo soliviantando la coquetería<br />
innata de las susodichas Miraditas incestuosas que<br />
no habían escaseado en tiempos idos para Graciela, que<br />
allá en Solís, balneario en bruto, cuando se ponía su malla<br />
azul de dos exiguas piezas (no era bikini sin embargo,<br />
pues hasta ahí no llegaba el cauto liberalismo de Santiago<br />
Apóstol), exhibía <strong>una</strong> estampa o palmito o cuerpo docente,<br />
realmente dignos de <strong>con</strong>sideración y éxtasis, ah<br />
pero él nunca había traspasado la pudorosa barrera del<br />
suspiro o la admiración descaradamente visual tras las<br />
gafas oscuras, por cierto ocasionalmente estimuladas por<br />
algún comentario del mismísimo Santiago, que al verla<br />
112