Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
Primavera con una esquina rota - Mario Benedetti
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—Digo que por qué pide<br />
—Para comer, señora Por amor de Dios<br />
—¿Y no puede trabajar?<br />
—No, señora Por amor de Dios<br />
—¿No puede o no quiere?<br />
—No, señora<br />
—¿No qué?<br />
—No hay trabajo Por amor de Dios<br />
—Deje tranquilo al amor de Dios ¿No se da cuenta<br />
de que Dios no quiere amarla?<br />
—No diga eso, señora No diga eso<br />
—Tome<br />
—Gracias, señora Por amor de Dios<br />
Ahora camina <strong>con</strong> pasos más firmes y más rápidos<br />
La mendiga queda atrás, atónita Uno de sus niños rompe<br />
a llorar Graciela vuelve la cabeza para mirar al grupo,<br />
pero no se detiene<br />
Cuando está a dos cuadras de su casa, distingue borrosamente<br />
a Rolando Está apoyado en la puerta Camina<br />
otra cuadra y lo saluda <strong>con</strong> el brazo en alto El parece<br />
no verla Ella repite el gesto y entonces él responde agitando<br />
también su brazo, y viene a su encuentro<br />
—¿Cómo supiste que venía a casa?<br />
—Muy sencillo Llamé a tu oficina y me dijeron que<br />
hoy no ibas<br />
—Casi voy al cine<br />
—Sí, pensé en esa posibilidad Pero el sol estaba tan<br />
lindo que me pareció poco probable que decidieras encerrarte<br />
en un cine Y bueno, me largué hasta aquí, y ya<br />
ves, acerté<br />
La besa en las mejillas Ella busca en su bolso, encuentra<br />
la llave, y abre<br />
—Vení Sentate ¿Querés tomar algo?<br />
—Nada<br />
Graciela abre las persianas y se quita el tapado<br />
Rolando la mira inquisidoramente<br />
—¿Estuviste llorando?<br />
—¿Se me nota?<br />
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