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no ha <strong>de</strong> ser opacada por la luz d<strong>el</strong> día. Ésta es la señal que existe en <strong>el</strong> héroe, <strong>de</strong> entretejer<br />

sus dos mundos.<br />

Lo que sigue en la larga historia <strong>de</strong> Kamaru-s-Semán es <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato <strong>de</strong> la lenta y<br />

maravillosa operación <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino que ha sido conjurado a la vida. No todos tienen un<br />

<strong>de</strong>stino: sólo <strong>el</strong> héroe que se ha sumergido hasta tocarlo y ha vu<strong>el</strong>to a la superficie... con un<br />

anillo.<br />

5. LA POSESIÓN DE LOS DOS MUNDOS<br />

La libertad para atravesar en ambos sentidos la división <strong>de</strong> los mundos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

perspectiva <strong>de</strong> <strong>las</strong> apariciones d<strong>el</strong> tiempo a aqu<strong>el</strong>la <strong>de</strong> la causalidad profunda, y a la inversa,<br />

sin contaminar los principios <strong>de</strong> la una con los <strong>de</strong> la otra, pero permitiendo a la mente<br />

conocer a la una por virtud <strong>de</strong> la otra, es <strong>el</strong> talento d<strong>el</strong> maestro. La Bailarina Cósmica, <strong>de</strong>clara<br />

Nietzsche, no <strong>de</strong>scansa pesadamente en un solo punto, sino que ligera y alegremente brinca<br />

y se vu<strong>el</strong>ve <strong>de</strong> una posición a otra. Es posible hablar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un solo punto a la vez, pero eso<br />

no invalida <strong>las</strong> instituciones d<strong>el</strong> resto.<br />

Los mitos no <strong>de</strong>scubren a menudo en una sola imagen <strong>el</strong> misterio d<strong>el</strong> pronto tránsito.<br />

Cuando lo hacen, <strong>el</strong> momento es un símbolo precioso, lleno <strong>de</strong> importancia, que <strong>de</strong>be ser<br />

atesorado y contemplado. Un momento así fue <strong>el</strong> <strong>de</strong> la Transfiguración <strong>de</strong> Cristo.<br />

“Seis días <strong>de</strong>spués tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó<br />

aparte, a un monte alto, y se transfiguró ante <strong>el</strong>los; brilló su rostro como <strong>el</strong> sol, y sus vestidos<br />

se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él.<br />

Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: ‘Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí<br />

tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elias.’ 26 Aun estaba él hablando,<br />

cuando los cubrió una nube resplan<strong>de</strong>ciente, y salió <strong>de</strong> la nube una voz que <strong>de</strong>cía: ‘Éste es mi<br />

hijo amado, en quién tengo mi complacencia; [211] escuchadle.’ Al oírla, los discípulos<br />

cayeron sobre su rostro, sobrecogidos <strong>de</strong> gran temor. Jesús se acercó, y tocándolos dijo:<br />

‘Levantaos, no temáis.’ Alzando <strong>el</strong>los los ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Al bajar<br />

d<strong>el</strong> monte les mandó Jesús, diciendo: ‘No <strong>de</strong>is a conocer a nadie esta visión hasta que <strong>el</strong> Hijo<br />

d<strong>el</strong> hombre resucite <strong>de</strong> entre los muertos.’” 27<br />

Aquí, en un momento, se encuentra <strong>el</strong> mito entero: Jesús <strong>el</strong> guía, <strong>el</strong> camino, la visión y<br />

<strong>el</strong> compañero d<strong>el</strong> regreso. Los discípulos son los iniciados, no los amos d<strong>el</strong> misterio, pero que<br />

no obstante, fueron introducidos a la plena experiencia <strong>de</strong> la paradoja <strong>de</strong> los dos mundos en<br />

uno. Pedro estaba tan aterrorizado que tartamu<strong>de</strong>aba. 28 La carne se había disu<strong>el</strong>to ante sus<br />

ojos para rev<strong>el</strong>ar <strong>el</strong> Verbo. Cayeron sobre sus rostros y cuando se levantaron; la puerta se<br />

había cerrado <strong>de</strong> nuevo.<br />

Debe observarse que este momento eterno se remonta por encima <strong>de</strong> la realización<br />

romántica d<strong>el</strong> <strong>de</strong>stino individual <strong>de</strong> Kamaru-s-Semán. No sólo tenemos un paso maestro, <strong>de</strong><br />

ida y vu<strong>el</strong>ta, por <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> mundo, sino que observamos una penetración <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

profundida<strong>de</strong>s muchísimo más honda. El <strong>de</strong>stino individual no es <strong>el</strong> motivo ni <strong>el</strong> tema <strong>de</strong><br />

esta visión, pues la rev<strong>el</strong>ación fue contemplada por tres testigos y no uno: <strong>de</strong> allí que no<br />

26<br />

“No sabía lo que <strong>de</strong>cía, porque estaban espantados”, Marcos, 9:6.<br />

27<br />

Mateo, 17:1-9.<br />

28<br />

Hay un cierto <strong>el</strong>emento <strong>de</strong> comicidad en <strong>el</strong> proyecto inmediato <strong>de</strong> Pedro (anunciado cuando la<br />

visión está todavía d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> sus ojos) <strong>de</strong> convertir lo inefable en un cimiento <strong>de</strong> piedra. Sólo seis días<br />

antes, Jesús le había dicho: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia”, y un momento<br />

<strong>de</strong>spués: “no sientes <strong>las</strong> cosas <strong>de</strong> Dios, sino <strong>las</strong> <strong>de</strong> los hombres”. (Mateo, 16: 18, 23.)<br />

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