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joven a su padre y a sus tías. El joven permaneció allí una noche y al día siguiente volvió a su<br />

casa y le dijo a su madre que había encontrado a su padre. Pero su madre enfermó y murió.<br />

El joven se dijo a sí mismo: ‘No tengo por qué seguir viviendo con esta gente,’ De manera<br />

que los <strong>de</strong>jó y fue al manantial. Y allí estaba su madre. Ésa fue la manera en que él y su<br />

madre fueron a vivir con su padre. Su padre era Avaiyo’ pi’i (serpiente roja d<strong>el</strong> agua). Les<br />

dijo que no hubiera podido vivir con <strong>el</strong>los en Sikyat’ki. Por eso enfermó a la madre d<strong>el</strong><br />

muchacho, para que muriera y ‘viniera a vivir conmigo —dijo <strong>el</strong> padre—: ahora viviremos<br />

todos juntos’, le dijo Avaiyo’ a su hijo. Así fue como <strong>el</strong> joven y su madre fueron a vivir allí.” 41<br />

Este cuento, como <strong>el</strong> <strong>de</strong> la mujer almeja, repite punto por punto la narrativa mítica.<br />

Las dos historias son encantadoras <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la aparente inocencia <strong>de</strong> su fuerza. El extremo<br />

opuesto es la narración <strong>de</strong> la muerte d<strong>el</strong> Buddha; llena <strong>de</strong> humor, como todos los gran<strong>de</strong>s<br />

mitos, pero consciente hasta un grado máximo.<br />

“El Bendito, acompañado por una gran congregación <strong>de</strong> sacerdotes, se acercó al<br />

banco más alejado d<strong>el</strong> río Hirannavati, y a la ciudad <strong>de</strong> Kusinara, y al soto Upavattana <strong>de</strong> los<br />

Mal<strong>las</strong>, y habiendo llegado, se dirigió al venerable Ananda:<br />

[321] ‘Ten la bondad, Ananda, <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>rme una cama con la cabecera al norte en<br />

medio <strong>de</strong> dos árboles gem<strong>el</strong>os. Estoy cansado, Ananda, y quisiera recostarme.’<br />

‘Sí, Reverendo Señor’, dijo <strong>el</strong> venerable Ananda al Bendito y tendió la cama con la<br />

cabecera al norte en medio <strong>de</strong> dos árboles gem<strong>el</strong>os. Cuando <strong>el</strong> Bendito yació en su lado<br />

<strong>de</strong>recho, como lo hacen los leones, y colocó un pie encima d<strong>el</strong> otro, permaneció alerta y<br />

consciente.<br />

En ese momento, los dos árboles gem<strong>el</strong>os habían florecido completamente, aunque<br />

no era estación <strong>de</strong> flores, y los capullos cayeron sobre <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> Tathagata, y se<br />

<strong>de</strong>rramaron y esparcieron sobre su cuerpo en adoración al Tathagata. 42 También cayó d<strong>el</strong><br />

ci<strong>el</strong>o polvo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> sándalo y cayó sobre <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> Tathagata y se esparció sobre él<br />

en adoración al Tathagata. Y música sonó en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o en adoración al Tathagata y coros<br />

c<strong>el</strong>estes cantaron en adoración al Tathagata.”<br />

Durante <strong>las</strong> conversaciones que entonces tuvieron lugar, mientras <strong>el</strong> Tathagata yacía<br />

sobre su costado como un león, un gran sacerdote, <strong>el</strong> venerable Upavana, estaba <strong>de</strong> pie frente<br />

a él, abanicándolo. El Bendito le or<strong>de</strong>nó que se hiciera a un lado; y <strong>el</strong> asistente d<strong>el</strong> Bendito,<br />

Ananda, se quejó con <strong>el</strong> Bendito. ‘Reverendo Señor —dijo— ¿cuál fue la razón y cuál la<br />

causa, <strong>de</strong> que <strong>el</strong> Bendito fuera duro con <strong>el</strong> venerable Upavana y le dijera: hazte a un lado,<br />

sacerdote, no te pares frente a mí?’ ”<br />

El Bendito replicó: “Ananda, casi todas <strong>las</strong> <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> diez mundos han venido<br />

juntas a contemplar al Tathagata. A una distancia, Ananda, <strong>de</strong> doce leguas a la redonda,<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Kusinara y d<strong>el</strong> soto <strong>de</strong> Upavattana <strong>de</strong> los Mal<strong>las</strong>, no hay un<br />

pedazo <strong>de</strong> tierra libre ni para meter la punta <strong>de</strong> un cab<strong>el</strong>lo, todo está ocupado por <strong>las</strong><br />

po<strong>de</strong>rosas <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s. Estas <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s, Ananda, están indignadas y dicen. ‘De lejos hemos<br />

venido a contemplar al Tathagata, pues raras veces un Tathagata, un santo y Supremo<br />

Buddha se ha levantado en <strong>el</strong> mundo; y esta noche, en la última v<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> Tathagata pasará al<br />

Nirvana; pero ese po<strong>de</strong>roso sacerdote está <strong>de</strong> pie frente al Bendito y lo oculta, y no tenemos<br />

oportunidad <strong>de</strong> ver al Tathagata aunque sus últimos momentos se acercan’. Por eso, Ananda,<br />

están indignadas <strong>las</strong> <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s.”<br />

[322] “¿Qué hacen <strong>las</strong> <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s, Reverendo Señor, a quienes <strong>el</strong> Bendito percibe?”<br />

“Algunas <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s, Ananda, están en <strong>el</strong> aire, con <strong>las</strong> mentes colmadas <strong>de</strong> cosas<br />

terrestres, y <strong>de</strong>jan flotar sus cab<strong>el</strong>los y gritan alto y tien<strong>de</strong>n los brazos y gritan más y caen <strong>de</strong><br />

cabeza al su<strong>el</strong>o y ruedan <strong>de</strong> un lado para otro diciendo: ‘Demasiado pronto ha <strong>de</strong> pasar <strong>el</strong><br />

Bendito al Nirvana; muy pronto <strong>de</strong>saparecerá <strong>de</strong> nuestra vista la Luz d<strong>el</strong> Mundo.’ Algunas<br />

41 Parsons, op. cit., pp. 194-195.<br />

42 Tathagata: “Llegado al, o resi<strong>de</strong>nte en” (gata}, “tal estado o condición” (tatha), o sea un Iluminado, un<br />

Buddha.<br />

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