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diosa Hera. Maui <strong>de</strong> Polinesia aprisionó y <strong>de</strong>tuvo al sol, para dar tiempo a su madre <strong>de</strong><br />

preparar sus comidas. Abraham, como hemos visto, llegó al conocimiento d<strong>el</strong> Dios Uno.<br />

Jesús confundió a los doctores. Al niño Buddha se le <strong>de</strong>jó una vez a la sombra <strong>de</strong> un árbol y<br />

sus nodrizas notaron repentinamente que la sombra no se había movido en toda la tar<strong>de</strong> y<br />

que <strong>el</strong> niño se había quedado extático en un trance <strong>de</strong> yogui.<br />

Las hazañas d<strong>el</strong> amado salvador hindú, Krishna, en su exilio infantil entre los<br />

vaqueros <strong>de</strong> Gokula y Brindaban, constituyen un animado ciclo. Cierto duen<strong>de</strong> llamado<br />

Putana tomó la forma <strong>de</strong> una b<strong>el</strong>la mujer, pero tenía veneno en los pechos. Entró en la casa<br />

<strong>de</strong> Yasoda, la madre adoptiva d<strong>el</strong> niño, se hizo amiga suya y <strong>de</strong>spués tomó al niño en su<br />

regazo para darle <strong>de</strong> mamar. Pero Krishna succionó tan fuerte que le sacó la vida y <strong>el</strong>la cayó<br />

muerta, volviendo a su enorme y espantosa forma. Cuando <strong>el</strong> cadáver fue quemado, sin<br />

embargo, emanó una dulce fragancia, pues <strong>el</strong> infante divino salvó al <strong>de</strong>monio al succionar su<br />

leche.<br />

Krishna era un niño travieso. Le gustaba llevarse los potes <strong>de</strong> leche cuando <strong>las</strong><br />

or<strong>de</strong>ñadoras dormían. Siempre trepaba a <strong>las</strong> más altas repisas para comer y <strong>de</strong>rramar cosas<br />

colocadas fuera <strong>de</strong> su alcance. Las jóvenes lo llamaron Ladrón <strong>de</strong> Mantequilla y se quejaron a<br />

Yasoda, pero él siempre podía inventar una excusa. Una tar<strong>de</strong>, cuando jugaba en <strong>el</strong> patio,<br />

avisaron a su madre adoptiva que <strong>el</strong> niño comía barro. Ella llegó con una vara, pero <strong>el</strong> niño<br />

se había limpiado los labios y negó todo conocimiento d<strong>el</strong> asunto. Le abrió la boca sucia para<br />

ver, pero al mirar <strong>de</strong>ntro contempló todo <strong>el</strong> universo, los “Tres Mundos”. Pensó: “Qué [293]<br />

tonta soy al imaginar que mi hijo pue<strong>de</strong> ser <strong>el</strong> Señor <strong>de</strong> los Tres Mundos.” Entonces todo se<br />

le ocultó <strong>de</strong> nuevo, y este momento se borró <strong>de</strong> su mente. Acarició al niño y lo llevó a casa.<br />

Los pastores acostumbraban adorar al dios Indra, <strong>el</strong> equivalente hindú <strong>de</strong> Zeus, rey<br />

d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y señor <strong>de</strong> la lluvia. Un día, cuando habían presentado sus ofrendas, <strong>el</strong> muchacho<br />

Krishna les dijo: “Indra no es una <strong>de</strong>idad suprema aunque sea rey d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o; teme a los<br />

titanes. Y lo que es más, la lluvia y la prosperidad que pedís <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n d<strong>el</strong> sol, que se lleva<br />

<strong>las</strong> aguas y <strong>las</strong> hace caer <strong>de</strong> nuevo. ¿Qué pue<strong>de</strong> hacer Indra? Lo que haya <strong>de</strong> pasar está<br />

<strong>de</strong>terminado por <strong>las</strong> leyes <strong>de</strong> la naturaleza y d<strong>el</strong> espíritu.” Entonces volvió la atención <strong>de</strong><br />

<strong>el</strong>los a los bosques cercanos, a los arroyos, a <strong>las</strong> colinas y especialmente al monte Gobardhan,<br />

quienes merecían más honores que <strong>el</strong> remoto señor d<strong>el</strong> aire. Y <strong>el</strong>los ofrecieron flores, frutos y<br />

dulces a <strong>las</strong> montañas.<br />

Krishna asumió una segunda forma: tomó la forma <strong>de</strong> un dios <strong>de</strong> la montaña y<br />

recibió <strong>las</strong> ofrendas <strong>de</strong> la gente, y al mismo tiempo conservó su forma primera y adoró entre<br />

<strong>el</strong> pueblo al rey <strong>de</strong> la montaña. El dios recibió <strong>las</strong> ofrendas y se <strong>las</strong> comió. 11<br />

Indra se enfureció y mandó por <strong>el</strong> rey <strong>de</strong> <strong>las</strong> nubes, a quien or<strong>de</strong>nó que <strong>de</strong>jara caer<br />

lluvia sobre <strong>el</strong> pueblo hasta que todo quedara arrasado. Nubes tempestuosas se<br />

suspendieron sobre aqu<strong>el</strong>la región y empezaron a <strong>de</strong>scargar un diluvio; parecía que había<br />

llegado <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> mundo. Pero <strong>el</strong> muchacho Krishna llenó <strong>el</strong> monte Govardhan con <strong>el</strong> calor<br />

<strong>de</strong> su energía inagotable, lo levantó con su <strong>de</strong>do meñique y pidió al pueblo que se refugiara<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> él. La lluvia caía en la montaña, silbaba y se evaporaba. El torrente cayó siete días,<br />

pero ni una gota tocó a la comunidad <strong>de</strong> pastores.<br />

Entonces <strong>el</strong> dios cayó en la cuenta <strong>de</strong> que su oponente <strong>de</strong>bería ser una encarnación<br />

d<strong>el</strong> Ser Primario. Cuando al día siguiente, Krishna llevó <strong>las</strong> vacas a pastar, tocando [294] la<br />

flauta, <strong>el</strong> Rey d<strong>el</strong> Ci<strong>el</strong>o bajó en su gran <strong>el</strong>efante blanco Airavata, se postró sobre su rostro a<br />

los pies d<strong>el</strong> muchacho sonriente, e hizo acto <strong>de</strong> sumisión. 12<br />

11 El sentido <strong>de</strong> este consejo que para <strong>el</strong> lector <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte pue<strong>de</strong> parecer extraño es que <strong>el</strong> Camino <strong>de</strong><br />

la Devoción (bhakti marga) <strong>de</strong>be empezar con cosas conocidas y amadas por <strong>el</strong> <strong>de</strong>voto, no por<br />

concepciones remotas e inimaginables. Puesto que la Divinidad es en todo inmanente, Él se dará a<br />

conocer a través <strong>de</strong> cualquier objeto profundamente amado. Y lo que es más, la Divinidad <strong>de</strong>ntro d<strong>el</strong><br />

<strong>de</strong>voto es lo que hace posible para él <strong>de</strong>scubrir a la divinidad en <strong>el</strong> mundo exterior. Este misterio<br />

queda ilustrado en la presencia doble <strong>de</strong> Krishna durante <strong>el</strong> acto <strong>de</strong> la adoración.<br />

12 Adaptado <strong>de</strong> Hermana Nivedita y Ananda K. Coomaraswamy, Myths of the Hindus and Buddhists<br />

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