Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella
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Esperaba que mi estómago aguantara <strong>el</strong> sonido y <strong>el</strong> hedor. Jacob miró con ansiedad a<br />
su espalda para cerciorarse <strong>de</strong> que Mike no había «mancillado» su coche.<br />
El viaje <strong>de</strong> vu<strong>el</strong>ta se hizo más largo.<br />
Jacob permaneció en silencio y pensativo. Su brazo me ro<strong>de</strong>aba y, con <strong>el</strong> viento<br />
que soplaba, lo agra<strong>de</strong>cí, ya que así conservaba <strong>el</strong> calor.<br />
Mantuve la mirada fija en <strong>el</strong> parabrisas, consumida por una inmensa culpa.<br />
Era un gran error alentar a Jacob. Puro egoísmo. No importaba lo mucho que<br />
intentara <strong>de</strong>jarle clara mi posición, no lo había hecho lo bastante bien si él guardaba<br />
alguna esperanza <strong>de</strong> que aqu<strong>el</strong>lo pudiera acabar en otra cosa que no fuera una<br />
amistad.<br />
¿Cómo se lo podía explicar para que lo entendiera? Yo era una cáscara vacía.<br />
Había estado completamente huera, como una casa <strong>de</strong>socupada —y <strong>de</strong>clarada en<br />
ruinas—, durante meses. Ahora había mejorado un poco. El salón estaba en mejor<br />
estado, pero eso era todo, sólo una pequeña habitación. Él se merecía algo mejor que<br />
eso, mejor que una casa con una sola habitación, en ruinas y a precio <strong>de</strong> saldo.<br />
De alguna manera, sabía que no le iba a alejar <strong>de</strong> mí. Le necesitaba <strong>de</strong>masiado,<br />
aunque fuera egoísta por mi parte. Tal vez podía mostrarle con mayor claridad mi<br />
postura para que me <strong>de</strong>jara en paz. La i<strong>de</strong>a me hizo estremecer y Jacob me estrechó<br />
con más fuerza.<br />
Llevé a Mike a casa en su coche mientras Jacob seguía al Suburban para<br />
acercarme <strong>de</strong>spués a la mía. Durante <strong>el</strong> trayecto <strong>de</strong> vu<strong>el</strong>ta estuvo inusualmente<br />
callado, y me pregunté si estaría pensando lo mismo que yo. Pue<strong>de</strong> que estuviera<br />
cambiando <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a.<br />
—Me autoinvitaría a entrar, en vista <strong>de</strong> que hemos llegado pronto —dijo en<br />
cuanto frenamos junto a mi vehículo—, pero creo que tal vez tengas razón sobre lo<br />
<strong>de</strong> la fiebre. Empiezo a sentirme un poco... extraño.<br />
—Ay, no, ¡tú también! ¿Quieres que te lleve a casa?<br />
—No —sacudió la cabeza con <strong>el</strong> ceño fruncido—. Aún no me siento enfermo,<br />
sólo... mal. Si tengo que acercarme al arcén y parar, lo haré.<br />
—¿Me llamarás en cuanto llegues? —le pregunté con ansiedad.<br />
—Claro que sí.<br />
Arrugó la frente y miró fijamente la oscuridad sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> mor<strong>de</strong>rse <strong>el</strong> labio.<br />
Abrí la puerta para salir, pero me agarró suavemente por la muñeca y me<br />
retuvo. Volví a notar su pi<strong>el</strong> can<strong>de</strong>nte sobre la mía.<br />
—¿Qué ocurre, Jake?<br />
—Hay algo que quiero <strong>de</strong>cirte, B<strong>el</strong>la, pero me parece que va a sonar un tanto<br />
cursi.<br />
Suspiré. Aqu<strong>el</strong>lo iba a ser más <strong>de</strong> lo mismo, igual que en <strong>el</strong> cine.<br />
—Ad<strong>el</strong>ante.<br />
—Es sólo esto: sé lo inf<strong>el</strong>iz que eres y que tal vez esto no te ayu<strong>de</strong> en nada, pero<br />
quiero que sepas que siempre estaré aquí. No voy a <strong>de</strong>jarte caer, te prometo que<br />
siempre podrás contar conmigo. Guau, sí que suena cursi. Pero lo sabes, ¿no? ¿Sabes<br />
que nunca jamás te voy a hacer daño?<br />
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