08.05.2013 Views

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ostros se transformaron en un borrón difuso <strong>de</strong> ira y sorpresa, ro<strong>de</strong>ado por <strong>el</strong><br />

omnipresente rojo. Una mujer rubia me puso mala cara y la bufanda roja que llevaba<br />

anudada al cu<strong>el</strong>lo me pareció una herida horrible. Un niño, encaramado a los<br />

hombros <strong>de</strong> un hombre para ver por encima <strong>de</strong> la multitud, me sonrió con los labios<br />

estirados en torno a unos colmillos <strong>de</strong> vampiro hechos <strong>de</strong> plástico.<br />

La muchedumbre me empujaba por todas partes y acabó por arrastrarme en<br />

sentido opuesto. Me alegré <strong>de</strong> que <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj fuera tan visible, porque <strong>de</strong> lo contrario no<br />

habría podido tomar la dirección apropiada. Sin embargo, las manecillas d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj se<br />

unieron en lo alto <strong>de</strong> la esfera para alzarse hacia <strong>el</strong> sol <strong>de</strong>spiadado y aunque luché<br />

ferozmente contra la multitud, supe que era <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Apenas estaba a mitad<br />

<strong>de</strong> camino. No lo iba a conseguir. Era estúpida, torpe y humana, y todos íbamos a<br />

morir por culpa <strong>de</strong> eso.<br />

Mantuve la esperanza <strong>de</strong> que Alice hubiera conseguido salir ad<strong>el</strong>ante. También<br />

esperé que <strong>el</strong>la pudiera verme <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún rincón a oscuras y que se diera cuenta <strong>de</strong><br />

mi fracaso a tiempo <strong>de</strong> dar media vu<strong>el</strong>ta y regresar junto a Jasper.<br />

Agucé <strong>el</strong> oído por encima <strong>de</strong> las exclamaciones enfadadas en un intento <strong>de</strong> oír<br />

<strong>el</strong> sonido d<strong>el</strong> <strong>de</strong>scubrimiento: <strong>el</strong> ja<strong>de</strong>o, quizás <strong>el</strong> grito, en <strong>el</strong> instante en que <strong>Edward</strong><br />

se expusiera a la vista <strong>de</strong> alguien.<br />

En ese momento vi d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> mí un resquicio en <strong>el</strong> gentío alre<strong>de</strong>dor d<strong>el</strong> cual<br />

había un espacio vacío. Empujé con dureza hasta alcanzarlo. Hasta que no me golpeé<br />

las espinillas contra los ladrillos no fui consciente <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> una amplia<br />

fuente rectangular en <strong>el</strong> centro <strong>de</strong> la plaza.<br />

Estuve a punto <strong>de</strong> llorar <strong>de</strong> alivio cuando pasé la pierna por encima d<strong>el</strong> bor<strong>de</strong> y<br />

corrí por <strong>el</strong> agua —que me llegaba hasta la rodilla— salpicando todo a mi paso<br />

mientras me abría camino v<strong>el</strong>ozmente. El viento soplaba glacial incluso bajo <strong>el</strong> sol, y<br />

la humedad hacía que <strong>el</strong> frío fuera realmente doloroso, pero la enorme fuente me<br />

permitió cruzar <strong>el</strong> centro <strong>de</strong> la plaza en pocos segundos. No me <strong>de</strong>tuve al alcanzar <strong>el</strong><br />

otro lado, sino que usé como trampolín <strong>el</strong> bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> escasa altura y me lancé <strong>de</strong><br />

cabeza contra la multitud.<br />

Ahora se apartaban con más rapi<strong>de</strong>z a fin <strong>de</strong> evitar <strong>el</strong> agua h<strong>el</strong>ada que<br />

chorreaba <strong>de</strong> mis ropas empapadas al correr. Eché otra ojeada al r<strong>el</strong>oj.<br />

Una campanada grave y atronadora resonó por toda la plaza e hizo vibrar las<br />

piedras d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. Los niños chillaron al tiempo que se tapaban los oídos y yo<br />

comencé a pegar alaridos mientras seguía corriendo.<br />

—¡<strong>Edward</strong>! —grité, aun a sabiendas <strong>de</strong> que era inútil. El gentío era <strong>de</strong>masiado<br />

ruidoso y apenas me quedaba aliento <strong>de</strong>bido al esfuerzo, pero no podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

gritar.<br />

El r<strong>el</strong>oj sonó <strong>de</strong> nuevo. Rebasé a un niño —en brazos <strong>de</strong> su madre— cuyos<br />

cab<strong>el</strong>los eran casi blancos a la luz <strong>de</strong> un sol <strong>de</strong>slumbrante. Un círculo <strong>de</strong> hombres<br />

altos, todos con chaquetas rojas, me gritaron advertencias cuando pasé entre <strong>el</strong>los<br />

como un bólido. El r<strong>el</strong>oj volvió a tocar.<br />

Dejé atrás a ese grupo y llegué a una abertura en medio <strong>de</strong> la muchedumbre, un<br />

espacio entre los turistas que se arremolinaban <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la torre y caminaban sin<br />

- 267 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!