08.05.2013 Views

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

umbo fijo. Busqué con la vista <strong>el</strong> pasaje oscuro y estrecho que <strong>de</strong>bía estar a la<br />

<strong>de</strong>recha d<strong>el</strong> amplio edificio cuadrado. No veía <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o <strong>de</strong> la calle, ya que había<br />

<strong>de</strong>masiada gente entre medias. El r<strong>el</strong>oj sonó <strong>de</strong> nuevo.<br />

Apenas podía ver. El viento me azotó <strong>el</strong> rostro y me quemó los ojos cuando <strong>de</strong>jó<br />

<strong>de</strong> haber gente que hiciera <strong>de</strong> pantalla. Cuando <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj tocó otra vez, no sabía si<br />

lloraba por culpa d<strong>el</strong> viento o si <strong>de</strong>rramaba lágrimas <strong>de</strong>bido a mi fracaso.<br />

Los turistas más cercanos a la boca d<strong>el</strong> callejón eran los cuatro integrantes <strong>de</strong><br />

una familia. Las dos chicas lucían vestidos escarlatas y lazos a juego con los que se<br />

recogían hacia atrás <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o negro. El padre, un tipo bajo, no parecía distinguir <strong>el</strong><br />

brillo en medio <strong>de</strong> las sombras, justo encima <strong>de</strong> su hombro. Me apresuré en esa<br />

dirección mientras intentaba ver algo a pesar d<strong>el</strong> escozor <strong>de</strong> las lágrimas. El r<strong>el</strong>oj<br />

sonó una vez más y la niña más pequeña se apretó las manos contra las orejas.<br />

La hija mayor, que apenas le llegaba a su madre a la cintura, se abrazó a su<br />

pierna y observó fijamente las sombras que reinaban <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>el</strong>los. Cuando miré,<br />

<strong>el</strong>la tocaba <strong>el</strong> codo <strong>de</strong> la madre y señalaba hacia la oscuridad. El r<strong>el</strong>oj resonó, pero yo<br />

ahora estaba cerca...<br />

... lo bastante cerca para escuchar la voz aguda <strong>de</strong> la niña. El padre me miró<br />

sorprendido cuando me precipité sobre <strong>el</strong>los, pronunciando a voz en grito <strong>el</strong> nombre<br />

<strong>Edward</strong> una y otra vez, sin cesar.<br />

La niña mayor rió entre dientes y le dijo algo a su madre al tiempo que volvía a<br />

señalar las sombras con gestos <strong>de</strong> impaciencia.<br />

Giré bruscamente alre<strong>de</strong>dor d<strong>el</strong> padre, que tomó en brazos a la niña para<br />

apartarla <strong>de</strong> mi camino, y salté hacia la sombría brecha que había <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>el</strong>los.<br />

Entretanto, <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj volvió a tocar en lo alto.<br />

—¡<strong>Edward</strong>, no! —grité, pero mi voz se perdió en <strong>el</strong> rugido <strong>de</strong> la campanada.<br />

Entonces le vi, y también vi que él no se había percatado <strong>de</strong> mi presencia.<br />

Esta vez era él, no una alucinación. Me di cuenta <strong>de</strong> que mis falsas ilusiones<br />

eran más imperfectas <strong>de</strong> lo que yo creía; nunca le hicieron justicia.<br />

<strong>Edward</strong> permanecía <strong>de</strong> pie, inmóvil como una estatua, a pocos pasos <strong>de</strong> la boca<br />

d<strong>el</strong> callejón. Tenía los ojos cerrados, con las ojeras muy marcadas, <strong>de</strong> un púrpura<br />

oscuro, y los brazos r<strong>el</strong>ajados a ambos lados d<strong>el</strong> cuerpo con las palmas vu<strong>el</strong>tas hacia<br />

arriba. Su expresión estaba llena <strong>de</strong> paz, como si estuviera soñando cosas agradables.<br />

La pi<strong>el</strong> marfileña <strong>de</strong> su pecho estaba al <strong>de</strong>scubierto y había un pequeño revoltijo <strong>de</strong><br />

t<strong>el</strong>a blanca a sus pies. El reflejo claro d<strong>el</strong> pavimento <strong>de</strong> la plaza hacía brillar<br />

tenuemente su pi<strong>el</strong>.<br />

Nunca había visto nada más b<strong>el</strong>lo, incluso mientras corría, ja<strong>de</strong>ando y gritando,<br />

pu<strong>de</strong> apreciarlo. Y los últimos siete meses <strong>de</strong>saparecieron. Incluso sus palabras en <strong>el</strong><br />

bosque perdieron significado. Tampoco importaba si no me quería. No importaba<br />

cuánto tiempo pudiera llegar a vivir; jamás podría querer a otro.<br />

El r<strong>el</strong>oj sonó y él dio una gran zancada hacia la luz.<br />

—¡No! —grité—. ¡<strong>Edward</strong>, mírame!<br />

Sonrió <strong>de</strong> forma imperceptible sin escucharme y alzó <strong>el</strong> pie para dar <strong>el</strong> paso que<br />

lo expondría directamente a los rayos d<strong>el</strong> sol.<br />

- 268 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!