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Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

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la esperanza <strong>de</strong> que la retomarías si pensabas que me había marchado.<br />

—Una ruptura limpia —susurré a través <strong>de</strong> los labios inmóviles.<br />

—Exactamente. Pero ¡nunca imaginé que hacerlo resultaría tan sencillo!<br />

Pensaba que sería casi imposible, que te darías cuenta tan fácilmente <strong>de</strong> la verdad<br />

que yo tendría que soltar una mentira tras otra durante horas para apenas plantar la<br />

semilla <strong>de</strong> una duda en tu cabeza. Mentí y lo siento mucho, muchísimo, porque te<br />

hice daño, y lo siento también porque fue un esfuerzo que no mereció la pena. Siento<br />

que a pesar <strong>de</strong> todo no pudiera protegerte <strong>de</strong> lo que yo soy. Mentí para salvarte, pero<br />

no funcionó. Lo siento.<br />

»Pero ¿cómo pudiste creerme? Después <strong>de</strong> las miles <strong>de</strong> veces que te dije lo<br />

mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí?<br />

Yo no contesté. Estaba <strong>de</strong>masiado paralizada para darle forma a una respuesta<br />

racional.<br />

—Vi en tus ojos que <strong>de</strong> verdad creías que ya no te quería. La i<strong>de</strong>a más absurda,<br />

más ridícula, ¡como si hubiera alguna manera <strong>de</strong> que yo pudiera existir sin<br />

necesitarte!<br />

Seguía h<strong>el</strong>ada. Sus palabras me parecían incomprensibles, porque eran<br />

imposibles.<br />

Me sacudió <strong>el</strong> hombro otra vez, sin fuerza, pero lo suficiente para que me<br />

castañetearan un poco los dientes.<br />

—B<strong>el</strong>la —suspiró—. ¡Dime <strong>de</strong> una vez qué es lo que estás pensando!<br />

En ese momento rompí a llorar. Las lágrimas me anegaron los ojos, los<br />

<strong>de</strong>sbordaron y me inundaron las mejillas.<br />

—Lo sabía —sollocé—. Sabía que estaba soñando...<br />

—Eres imposible —comentó y soltó una carcajada breve, seca y frustrada—.<br />

¿De qué manera te puedo explicar esto para que me creas? No estás dormida ni<br />

muerta. Estoy aquí y te quiero. Siempre te he querido y siempre te querré. Cada<br />

segundo <strong>de</strong> los que estuve lejos estuve pensando en ti, viendo tu rostro en mi mente.<br />

Cuando te dije que no te quería… ésa fue la más negra <strong>de</strong> las blasfemias.<br />

Sacudí la cabeza mientras las lágrimas continuaban cayendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las<br />

comisuras <strong>de</strong> mis ojos.<br />

—No me crees, ¿verdad? —susurró, con <strong>el</strong> rostro aún más pálido <strong>de</strong> lo<br />

habitual—. Puedo verlo incluso con esta luz. ¿Por qué te crees la mentira y no pue<strong>de</strong>s<br />

aceptar la verdad?<br />

—Nunca ha tenido sentido que me quisieras —le expliqué, y la voz se me<br />

quebró dos veces—. Siempre lo he sabido.<br />

Sus ojos se entrecerraron y se le endureció la mandíbula.<br />

—Te probaré que estás <strong>de</strong>spierta —me prometió.<br />

Me sujetó la cabeza entre sus dos manos <strong>de</strong> hierro, ignorando mis esfuerzos<br />

cuando intenté volver la cabeza hacia otro lado.<br />

—Por favor, no lo hagas —susurré.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo con los labios a unos centímetros <strong>de</strong> los míos.<br />

—¿Por qué no? —inquirió. Su aliento acariciaba mi rostro, haciendo que la<br />

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