08.05.2013 Views

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

Leer online el libro de luna nueva - Edward y Bella

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Una fría brisa azotó <strong>el</strong> prado haciendo que la hierba se ondulara como si algo<br />

hubiera cruzado <strong>el</strong> claro.<br />

Me puse <strong>de</strong> pie y retrocedí, aunque <strong>el</strong> soplo d<strong>el</strong> viento era leve. Fui dando<br />

tumbos a causa d<strong>el</strong> miedo, me volví y corrí <strong>de</strong> cabeza a los árboles.<br />

Las horas siguientes fueron una agonía. Logré salir <strong>de</strong> los árboles al tercer<br />

intento, tantos como me había costado dar con <strong>el</strong> prado. Al principio no presté<br />

atención adón<strong>de</strong> me dirigía, ya que me concentraba sólo en <strong>el</strong> lugar d<strong>el</strong> que<br />

escapaba. Me encontraba ya en <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> bosque, <strong>de</strong>sconocido y amenazador,<br />

cuando me hube serenado lo bastante para acordarme <strong>de</strong> la brújula. Las manos me<br />

temblaban con tal virulencia que tuve que <strong>de</strong>jarla encima d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o embarrado para<br />

po<strong>de</strong>rla leer. Me <strong>de</strong>tenía cada pocos minutos para situar la brújula en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o y<br />

verificar que seguía dirigiéndome hacia <strong>el</strong> noroeste mientras oía <strong>el</strong> apagado susurro<br />

<strong>de</strong> criaturas ocultas moviéndose entre las hojas cuando no los acaballaba <strong>el</strong> frenético<br />

sonido <strong>de</strong> succión <strong>de</strong> mis pisadas.<br />

El reclamo <strong>de</strong> un arrendajo me hizo dar un salto hacia atrás y caí en un grupo<br />

<strong>de</strong> píceas, que me llenaron los brazos <strong>de</strong> raspaduras y me ap<strong>el</strong>mazaron <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o con<br />

savia. La súbita carrera <strong>de</strong> una ardilla para subirse a una cicuta me hizo gritar con<br />

tanta fuerza que me hice daño en mis propios oídos.<br />

Al final, d<strong>el</strong>ante pu<strong>de</strong> ver una brecha en la línea <strong>de</strong> árboles. Aparecí en un<br />

punto d<strong>el</strong> camino que se encontraba a kilómetro y medio al sur <strong>de</strong> don<strong>de</strong> había<br />

<strong>de</strong>jado <strong>el</strong> coche. Subí dando tumbos por <strong>el</strong> sen<strong>de</strong>ro, ya que estaba exhausta. Lloraba<br />

<strong>de</strong> nuevo cuando logré meterme en la cabina d<strong>el</strong> conductor. Bajé con furia los duros<br />

seguros d<strong>el</strong> coche antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>senterrar las llaves <strong>de</strong> mi bolsillo. El rugido d<strong>el</strong> motor<br />

me dio una sensación cuerda y reconfortante. Me ayudó a controlar las lágrimas<br />

mientras ponía <strong>el</strong> vehículo al máximo <strong>de</strong> su potencia rumbo a la carretera principal.<br />

Estaba más calmada, aunque hecha un lío, cuando llegué a casa. El coche<br />

patrulla <strong>de</strong> Charlie estaba en la avenida que llevaba a casa. No me había percatado<br />

<strong>de</strong> lo tar<strong>de</strong> que era. El ci<strong>el</strong>o ya había oscurecido.<br />

—¿B<strong>el</strong>la? —me llamó Charlie cuando cerré <strong>de</strong> un portazo la puerta <strong>de</strong> la<br />

entrada y eché los cerrojos a toda prisa.<br />

—Sí, soy yo —contesté con voz vacilante.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> has estado? —bramó mientras cruzaba la entrada <strong>de</strong> la cocina con un<br />

gesto que no presagiaba nada bueno.<br />

Vacilé. Lo más probable es que hubiera llamado a casa <strong>de</strong> los Stanley. Sería<br />

mejor atenerme a la verdad.<br />

—De excursión —admití.<br />

Estrechó los ojos.<br />

—¿Qué ha pasado con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ir a casa <strong>de</strong> Jessica?<br />

—Hoy no me sentía con ánimo para estudiar Cálculo.<br />

Charlie cruzó los brazos por d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> pecho.<br />

—Pensé que te había pedido que te alejaras d<strong>el</strong> bosque.<br />

—Sí, lo sé. No te preocupes, no lo volveré a hacer —me estremecí.<br />

Charlie pareció verme por vez primera. Recordé que había pasado un buen rato<br />

- 146 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!