Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

Después, en esta jefatura policial, un oficial con ojos trasnochados
y cara de pocos amigos —que parece ser el de mayor jerarquía—
cuchichea algo con el par de guardias como quien recibe el parte y,
acto seguido, aparece un individuo retacón que me imagino debe
ser el investigador asignado al caso, para tomarme la declaración en
el teclado de una computadora arcaica. Me sorprende la celeridad
con que actúa esta gente. El oficial me atiende desde su escritorio,
desarrugando el pescuezo y sacudiéndose la caspa sobre los jinetes,
da comienzo al interrogatorio:
—Pero miren nomás qué tenemos aquí, a otro hijito de papi. ¿Así
que eres universitario?
—Sí, señor —de Ingeniería comercial, aunque mi vocación es el
Periodismo, pero…
—Ya, ya. No me interesan esos detalles, me interrumpe y continúa:
“Te estábamos siguiendo los pasos; sabíamos que más temprano
que tarde te íbamos a atrapar con las manos en la masa”.
—No le entiendo. ¿Qué es, pues, eso tan grave que supuestamente
he hecho yo?
—¡Cómo! ¿Te parece poco andar pintarrajeando insultos en las
paredes en contra de nuestro señor Presidente, después de lo
mucho que él hace por su pueblo? ¿Después de todo lo que hace
por ti? Ah, pero esta vez sí que te pasaste: ¡Tenías que hacerlo
justo en la plaza que lleva su nombre y justo debajo de su siempre
admirado busto!
—No señor, yo nunca haría semejante cosa. Vea usted, mi padre
mismo es fiel admirador y devoto incondicional del Presidente. Es
más, lo que yo sé es que toda mi familia ha votado a su favor en
los últimos veinte años. Yo mismo hice lo propio en las pasadas
elecciones.
— Ah, ¿sí? No me digas.
—Verdad. Como que me llamo Gustavo De la Riva.
—A ver, dime: ¿qué es la Patria para vos?
—Mi madre.
—¿Y qué es el Presidente para vos?
—Mi padre.
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