Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine
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Y nada que ver, no es así la cosa.<br />
He estado casi diez horas aquí y ya me estoy emputando, siento<br />
un olor a patas que me persigue desde alguna celda contigua.<br />
A ver cuándo llega mi viejo y me saca de este lío de una vez.<br />
Aunque, ya me estoy imaginando <strong>su</strong> escenita en la oficina del jefe:<br />
“Entiéndame capitán, por favor; el muchacho es universitario, vea<br />
usted <strong>su</strong> carnet de estudiante, tercer año de Ingeniería comercial;<br />
debe haber una equivocación. Sí —sí— es mi hijo; permítame<br />
presentarme, soy el licenciado De la Riva”. Y, claro, mi viejo<br />
después de todo tiene muñeca, aunque ya haya dejado atrás esas<br />
viejas mañas de la derecha venida a menos para ser ahora parte de<br />
la antesala del nuevo socialismo. Luego vendrá el sermón, como<br />
rugido selvático, autocrático: “¡Cómo es posible! ¿Qué acaso<br />
no te pago puntualmente tu universidad para que andes de vago<br />
pintarrajeando paredes? ¿Quieres matar a tu madre de cólico?”.<br />
Lo confieso: me dejé picar por el gusanillo del amor. Amo a Eva<br />
María. Podrán decirme que ella no es para mí, que <strong>su</strong> apellido<br />
conserva aún el olor rancio de <strong>su</strong>s ancestros aymaras y que no<br />
combina para nada con el mío. ¡Carajo, como si juntar la sangre<br />
fuera cosa de mezclar bien las pinturas! Podrán decir que <strong>su</strong> familia<br />
había emigrado del campo para echar raíces en la periferia urbana<br />
y que, con más instinto que olfato empresarial, <strong>su</strong>po sobrevivir<br />
gracias a la reventa de carburantes y otras movidas chuecas más;<br />
pero todo eso me importa un reverendo pepino. Amo <strong>su</strong> cabello<br />
lacio y oscuro, <strong>su</strong>s ojos diagonales, <strong>su</strong>s pómulos cobrizos y<br />
desafiantes como la puna, <strong>su</strong> boca carnosa y blandita como pulpa<br />
de higo fresco. Ah, ¡si usted la viera! Toda ella es un paisaje en<br />
pequeño. Lo digo yo que desde que la vi por primera vez saliendo<br />
de <strong>su</strong> colegio la fui acechando, sigiloso, como cazador furtivo;<br />
aunque para la <strong>su</strong>sodicha debí parecer más un husky en celo. Qué<br />
importaría luego, en la estrechez del tiempo, que este exquisito<br />
ejemplar de arcilla barnizada al natural, con <strong>su</strong>s piernas cortas y<br />
pantorrillas indómitas, enfundada en un eterno uniforme blanco,<br />
no hubiera volteado si<strong>quiera</strong> a verme; o sea, que no me dio ni la<br />
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