Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

Mi grito es fingido, pero tal vez ayude, no me hace caso, está
terco, llora y llora y querer salir. Le ruegan, le amenazan, pero está
chillando como loco, ni modo, me acercó, lo agarro del cuello y
le doy uno buen porrazo.
—¡Calmate, mierda! ¡Sé hombre! ¡Ninguna mujer vale la pena!
Me tira unos puñetazos; me levanta la ira y le doy unos buenos
golpes. Se deja pegar; me arrepiento al ver su sangre en mis manos.
Le limpian la nariz con un pañuelo. Ni me mira, ya no le importa
nada. No hay más que hacer.
—¡Déjenme salir! ¡Ya no quiero vivir!
—No, cojudo. Estás duro, ya se te va a pasar.
—No, mierda, no. ¡De sano es peor!
Me mira. Es cierto, de sano es peor. Volvemos a la mesa, lo
sentamos, parece calmarse, pero se levanta y tira los vasos; el
trago se extiende sobre la mesa, sobre nosotros. Nos paramos para
limpiarnos. Me doy vuelta para sentarle la mano, pero ya no está;
sólo ha quedado la puerta abierta dejando entrar la noche. Salimos
con cuidado, pegados a la pared, a las sombras. Lo llamamos
susurrando. Nada, se aleja rápido. Se da vuelta. Se despide con la
mano, llorando; nos roba unas lágrimas. ¿Qué más podemos hacer?
Bueno, al final todos nos morimos; para qué tanto lío. Se nos va
el Toño, triste, decidido, sus ojos hinchados tanto lloriquear. Le
despedimos a gritos bajitos.
—Que te vaya bien, hermano.
Sigue caminando, alejándose sin mirarnos. Pobre cuate.
—Te extrañaremos, cojudo, eres buen amigo.
—Y no regreses, a no ser que sea con trago.
—Mejor con una tipa.
—¡Y de buen culo!
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