Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

de regreso hasta algún punto de Metro idéntico para quien, como
nosotros, no va a ninguna parte.
Resigna su ejercicio diario y me acompaña la intención de
acompañarla. Ya no me llama por el nombre. Recuerda,
concluyendo o iniciando frases, mi presencia momentánea.
Mon Prof.
Segundo París
Jasmina me conduce por donde ha estado. Los mismos semáforos,
autos y personas, sin la niebla de ahora serían lo que fueron. Luego
de cada salto sobre las cebras, suelta las nubes, París las consume
y queda la niebla en los ojos.
Canta en francés y alemán. Inventa letras después de dos anuncios,
las repite y memoriza como canciones de niña. Apoya su brazo en
los adornos pintados, espera la fotografía y me la pide.
Este es el límite. París es el límite. Desde las plazas hasta los
muros, sin pisar el Banlieue o los bellos guetos forzados para los
no habitantes. Porque allí donde ella llega sobre el extremo que yo
conozco, somos restos de gente. Por esta tarde, sobre La Seine sin
suburbios, acogemos parisinos dejándoles papel de paisaje.
Llevamos el Metro desde La Bastille a la Place de Clichy y a
veces lo devolvemos hasta La Muette. Entran los que se niegan a
llegar al Barbes medieval con los tahúres y sus juegos de un euro
cada uno. No subimos desde el Laberinto de puertas y escondite
de marginales, trenes y viajantes, recorremos todos los vagones
verdes y grises sin tocar los rojos.
Los rojos van al Banlieue.
Carrera
Una vez suelta el nombre de la abuela enferma, nunca lo repite.
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