Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

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Inspector Watson, temeroso de que la Asesina fuera a cambiar de opinión, salió de prisa de aquella guarida. Dodó lo imitó, cogiéndose de su brazo. Afuera, una vez a salvo, el Inspector miró con desprecio a Dodó. Definitivamente, iba a pedir a la Agencia otro ayudante, porque Dodó era un delator. Con seguridad, él lo había denunciado ante la Asesina con sus chillidos para así desbaratarle una brillante solución del delito, en venganza por haberlo encerrado en su celda, Por eso, cuando vio pasar veloz a doña Bambina, vociferando ruidosa, supo que el Jefe de laAgencia había llegado y fue a abrirle la puerta. ¡Oh, maldición! Primero entró el Gordo, haciendo sonar en sus bolsillos más diamantitos esféricos que seguramente había robado a otros ese día. El Inspector no pudo soportar la cínica cara sonriente de aquel maleante y le dio un puñetazo feroz; luego escapó. El Gordo lo hizo corretear por todo el patio, pero al ver que no iba a poder atrapar al ligero Inspector, le arrojó uno a uno los diamantitos en la cabeza. El Jefe de la Agencia los llamó a la compostura con firmeza y le dijo al Gordo que no lo quería ver más jugar con canicas, porque ya era grande para seguir haciendo eso y que no se pasara de abusivo con su hermano porque, si no, conocería la correa. De inmediato lo mandó a que hiciese sus tareas primero si quería almorzar. Luego llamó a su lado al Inspector, que tenía el rostro bañado en lágrimas, no tanto por los diamantitos que le habían sacado chichones, sino porque se compadecía de las viudas y los huerfanitos del cantor madrugador. —Pa, quiero otro hermano... ya no lo quiero más al Dodó. —Cómo vas a decir eso de tu hermanito; caramba, qué es eso. La Asesina había salido de su guarida con el cuchillo y una papa a medio pelar en una mano y el sobretodo del Inspector en la otra. Se lo mostró al Jefe de la Agencia. —Mirá mi bata, me lo había ensuciado todo con harina y sangre. 72
A la wawa le había puesto en su jaulita y ahí llorando una pena le he encontrado. Y le he pescado justo cuando estaba destapando las ollas, para qué a ver. Muy fregado es... —Pero, y los libros que se lo he traído. —No cuida pues, todo lo rompe, por eso le he quitado. —Qué pasa, Freddy, por qué no te portas bien y haces renegar así a la mamá. —Para qué le sacas de la escuela, pues, te estoy diciendo… El Jefe de la Agencia miró amenazadoramente a la Asesina que se encogió de hombros y volvió a sumergirse en su guarida. —Ella... le ha... matado… a don Kike.... por su culpa... del Dodó... —Pero si en tu cumpleaños hemos matado al pato, hijo, ¿no te acuerdas? —Pero... don Lucas era solterón, pues... no… tenía… familia... El intrépido Inspector Watson fue izado al regazo de su Jefe, allí lloró amargamente. Doña Bambina y sus cachorros correteaban alrededor de ellos reclamando algo de atención. También Rasputín, desde el rincón donde cumplía su condena por ser un perverso doberman, gemía pidiendo que lo liberaran. Doña Tuca y las otras viudas de don Kike escarbaban el suelo en busca de comida para sus huerfanitos piopíos; pero nadie vio como Dodó se iba de cara al suelo cuando intentaba cogerle la cola a la señorita Kátiushka que estaba recostada lánguidamente al sol lavándose la cara con su patita. 73
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