Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine
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<strong>Para</strong> A sin A que me olvidó<br />
Las palomas negras del tejado parecían haberlo poblado todo. Se<br />
arrimaban por las aberturas del techo de zinc, por los escombros de<br />
las paredes de tierra, entre las maderas de una escalera que había<br />
sobrevivido a la fogata de San Juan, entre dos santos de yeso que<br />
lloraban sangre cada año bisiesto, y caminaban alrededor de las<br />
cuentas del rosario de Juana la Loca que profetizó una granizada<br />
desoladora para antes de la Fiesta de Pascua. La profecía se<br />
cumplió con puntualidad inglesa, cuando dos palomas hacían <strong>su</strong><br />
nido dentro de la garganta de Emiliano Luján.<br />
Por ese entonces, Juana la Loca era sólo un recuerdo polvoriento<br />
del barrio, soleándose en el escaño de <strong>su</strong> puerta, con un gorrito<br />
de lana y varias piedras en el regazo, que daba a la gente como si<br />
fueran monedas para el pan. Estaba tan reducida por la senilidad<br />
que usaba <strong>su</strong> traje de Primera Comunión debajo de un delantal<br />
floreado. “Es una niña vieja”, decían los vecinos. “La pobreza no<br />
tiene vergüenza”, les repetía al escucharlos.<br />
En cambio, Emiliano Luján, pese a <strong>su</strong>s ochenta y cinco años tenía<br />
todavía la voluntad férrea para caminar erguido. Cargaba aún las<br />
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