Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

Una tienda nos invita, bajamos las escaleras mecánicas. Un oficial
espera el final del descenso. Ella tiembla al hablar, lee el rostro del
inquisidor en un breve barrido, sonríe y abre su bolsón.
Quince segundos esconden a los compradores. En el cubierto
torbellino Jasmina es el centro, desde él aparece un fragmento azul
de cuerpo del inspector quien voltea y me pide abrir la mochila.
Lo hago. Después de coger la película de Tin Tin comprada esta
mañana junto a la revista, deja caer la cajita negra y nos permite
pasar.
Alejados del escalofrío ingresamos en una segunda sala. Elijo un
pasillo distinto. Todavía depende de la voluntad de despedirle con el
dinero. En esta seguridad, aparento una búsqueda lenta de un artista
que no existe. Ella camina con el brazo extendido tocando nada.
La música no le interesa.
Juego
La fingida honestidad concluye, un sonido se dispara de su bolsillo.
Responde el celular, habla bajo y me mira.
Ya no queda más, el eufórico juego perece inerme ante la necesidad
de despedirse. Alguien la convoca y debe irse. Acelerado el
objetivo del café y la caminata, busco monedas en el bolsillo. Cojo
nervioso dos euros, se los doy.
El esfuerzo impuesto en el soborno de los sentidos no produce el
resultado esperado, me mira con fastidio. La segunda etapa del
juego expira cuando toma el dinero y se aleja.
Avergonzado, alcanzo a detenerle antes del umbral. Le pregunto
por su número de teléfono, lo escribe en mi palma con la misma
confianza de quien siempre se ha conocido.
Sonríe y se va.
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