Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

A veces pienso estas huevadas, de alguna revista que leí, un
periódico o algo así.
Ocho de la mañana.
Una marcha de protesta. Una vez un turista al sacar fotos de
una marcha igual a ésta dijo: Esta foto es una buena postal de
La Paz. Le robé su cámara en el Mercado de las Brujas. De
mi país no se roban nada, carajo, les dije a mis cuates mientras
comíamos y chupábamos la guita que saqué por la máquina.
Mineros, campesinos, universitarios, desempleados, empleados,
wawas, mujeres, cholitas, cholitos, cocaleros, me pongo al final
de la enorme fila de gente que llega desde San Francisco hasta el
Cementerio y grito con todo mi empute: “El pueblo unido, jamás
será vencido”. De pronto los gases lacrimógenos, los disparos, las
motos, los perros, el Neptuno; todos corren despavoridos gritando
contra el maldito gobierno. Me caigo, alguien me aplasta la pierna,
me quedo tirada en una esquina de la calle, el humo no me deja
ver nada.
Nueve de la mañana.
El Tetas despierta en la calle, baboso y lleno de caca en la ropa.
Se despega de la acera, se levanta, mira a la gente, me mira, sonríe
con su boca sin dientes. Arregla su gorra, camina apoyándose en las
paredes y canta: Ave de cristal. Ha dejado tres monedas en la calle,
las tomo, son de cinco lucas, una fortuna. Voy a comprarme una
salteñita de pollo y una coca cola, un combo de las Pizzas Ely’s. La
Betty, a unos metros de mí, está en un teléfono público, me acerco.
Marca el número del Lucho mientras repite, cero, cero, tres, cuatro,
nueve, cero... es tan largo que no me acuerdo de cada número,
lo he marcado tantas veces que ya debería saberlo de memoria,
pero siempre me equivoco… cómo era…. Disca y nadie contesta.
Como siempre, hace meses que hace lo mismo. No entiendo para
qué mierda la gente se va tan lejos si igual la miseria se encarga
de alcanzarnos estemos donde estemos.
Diez de la mañana.
Me pongo en una fila del Registro Civil, avanzo, y cuando estoy
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