Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

La mancha de sangre había adquirido un color oscuro a causa del
sol de mediodía. Observó nítidamente un jirón blanco que flameaba
adherido a la sangre del suelo. ¡Eureka! Estaba confirmado: la
víctima era don Kike. Para nadie era desconocido que un coqueto
como don Kike gustaba de andar todo vestido de blanco, con
excepción de unos botines amarillos que calzaban sus pies, una
cachucha roja que coronaba su cabeza y un corbatín, también
rojo, que le colgaba del pescuezo. El astuto Inspector sacó la
lupa del bolsillo y la encontró embadurnada de mermelada; se la
lamió y aprovechó también para comerse el pan de su desayuno;
iba a necesitar de todas sus fuerzas para resolver este caso. Un
trecho más allá, el Inspector descubrió otro jirón blanco. Sin duda
se trataban de retazos de la ropa de don Kike. Como no había
señal de que un cuerpo hubiese sido arrastrado, se imaginó que
se lo llevaron cargado. No se había escuchado ningún estampido
de pistola, por tanto lo habían matado a cuchilladas, dejándolo
desangrarse por completo y luego llevándose el cadáver a otro
sitio. Pero, claro, no contaron con que a causa de las muchas
cuchilladas, pedazos pequeños de la ropa de la víctima se habían
desprendido, dejando un reguero de rastros que ahora le permitirían
llegar donde estaba el cadáver. Lo demás era fácil: con el cuerpo
presente se podría determinar el tipo de arma que habían utilizado
y las huellas de los asesinos.
El intrépido Inspector Watson siguió los jirones que se le iban
apareciendo. Eran tan pequeños y sutiles que se perdonó el no
haberlos visto al iniciar la investigación. Las señas lo llevaron
a una especie de guarida donde entró sin dudar. Hacía un calor
insoportable en ese sitio, así que se despojó del sobretodo que
lo estaba haciendo sudar. Continuó sus pesquisas; sobre un
mesón vio polvo blanco esparcido. ¿Era un ajuste de cuentas
entre narcotraficantes de cocaína? Abrió los cajones de la mesa y
encontró un par de velas. ¿Qué era esto? ¿Los asesinos mismos
preparaban el entierro de su víctima?
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