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Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

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pudo evitar sentir vergüenza al descubrirse coqueteándole. Del<br />

Inspector nunca se diría que hubiese mezclado el trabajo con<br />

el placer, porque dejaba éste último para después, para mucho<br />

después así que, dándole la mano fríamente, se despidió de doña<br />

Kátiuhska mientras la descartaba como probable asesina por ser<br />

una vieja muy cursi que invertía todo <strong>su</strong> tiempo sólo en cuidarse<br />

las uñas, asearse y tomar la siesta antes y después del almuerzo que<br />

le anunciaban con un particular llamado, concebido únicamente<br />

para ella.<br />

El interrogatorio prosiguió con doña Bambina, madre abnegada de<br />

múltiples críos. Ella informó al Inspector que todos <strong>su</strong>s pequeños<br />

se encontraban junto a ella y que, además, gozaban de muy buena<br />

salud; pero no <strong>su</strong>po qué decirle de <strong>su</strong> esposo quien, según ella,<br />

sólo se había aparecido en <strong>su</strong> vida para engendrarle a <strong>su</strong>s hijos<br />

desapareciendo luego. En realidad nunca se había casado con él<br />

(pues así se estila entre la gente de por acá) y no sentía <strong>su</strong> ausencia<br />

mucho que se dijera, a no ser cuando los pequeños manifestaban<br />

varias necesidades que ella sola no podía satisfacer todo el tiempo<br />

así que, bien podría <strong>su</strong> padre acordarse de <strong>su</strong>s hijos de vez en<br />

cuando, dijo la señora al Inspector en tono de queja. Luego añadió<br />

que sólo había oído un rumor entre las vecinas: que el padre de<br />

<strong>su</strong>s hijos se había vuelto un indigente que vagaba por las calles,<br />

husmeando y escarbando en los ba<strong>su</strong>rales y, bueno, eso ya le<br />

parecía demasiado; cómo se iba a imaginar que iría a caer tan bajo.<br />

Cuando ella le conoció era el respetable portero de la propiedad de<br />

enfrente pero, de allí a poco tiempo —antes de que nacieran los<br />

quíntuples— le entró la curiosa manía de cavar huecos, dizque para<br />

encontrar ciertos tapados que él intuía habían sido enterrados por<br />

allí. Parecía que se había deschavetado. En fin, de nada le sirvió <strong>su</strong><br />

manía de minero porque no encontró tapado alguno y lo echaron<br />

del trabajo por la irresponsabilidad de dejar hoyos diseminados en<br />

todo el patio. Le estuvo bien merecido, sentenció doña Bambina.<br />

Desde entonces, ella no sabía nada de él, a más de esos chismes<br />

que le contaron.Atiempo de despedirse, el sagaz Inspector Watson<br />

pensó que esta señora sí tendría motivos <strong>su</strong>ficientes para asesinar<br />

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