Para Blanca Coaquira (Donde quiera esté su reino) - Tres Tribus Cine

entonces que diatribas similares recayeron sobre el célebre Eco y
que acabó respondiendo con una espléndida novela. Pero yo no
tenía apuro. Si bien me angustiaba que se dudara de mi talento
artístico, sabía que mi tiempo llegaría.
Por entonces, el periódico y sus conquistas constituían toda mi
vida. Con escozores de placer, Pascual y yo vimos engrosar la
fila de nuestros enemigos. Este es un síntoma estupendo, le decía.
Personalidades poderosas se rebajaban a suplicarnos para que
menguáramos en nuestras imputaciones. Esposas perfumadas nos
pedían una nota parcializada a cambio de billetes y favores que
no aceptábamos. Un vértigo triunfal flotaba entre los vapores del
café con leche. Fue una época dorada pero, como todas, llegó a
su fin.
De inicio no fue evidente pero, poco a poco, cada una de las
publicaciones, cada noticiero nos robaba algo. Reprodujeron o,
mejor dicho, intentaron reproducir el estilo de nuestras crónicas,
copiaron nuestros temas, calcaron hasta los colores de nuestro
diseño; por supuesto, con resultados patéticos. Al encender el
televisor, me topaba con un locutor que apuntaba con un dedo,
como si en frente suyo se hallasen los cómplices del último
atentado. Era increíble, pero el lenguaje de los locutores de radio se
hizo no elegante pero sí rebuscado y, en los programas culturales,
las exposiciones se tornaron lentas porque en vivo, los conductores
procedían a buscar referencias en diccionarios y libros de arte que
hasta entonces jamás habían consultado.
Es horroroso, se alarmó Pascual: ¡Ahora parece que estamos entre
las mayorías! Me sentí morir. No pegué ojo en toda la noche y, al
día siguiente, me levanté decidido a revolucionar el semanario.
Pascual me había enseñado la advertencia publicada en La Nítida
Nota: Es de esperar que la fiesta aniversario del partido Fundamos
no se desarrolle como en años anteriores. Recordemos que el
pasado año perturbaron al vecindario durante horas nocturnas,
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