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Tomo 10 Isaías - ICE del Centro La Rioja 3029

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la capacidad humana de descubrir nuevas bases para renovación. Vemos que<br />

una generación puede ser muy secular en su apreciación de las cosas, pero la<br />

próxima generación puede rechazar todo eso y buscar las bases espirituales<br />

para experimentar una existencia basada más en los valores espirituales. No<br />

perdamos esperanza, porque Dios puede hacer mucho en nuestro medio.<br />

En los vv. 7–9 se describe la realidad de este tiempo de angustia: Los héroes de la nación<br />

(arielim 740 , plural de ariel 740 ; ver comentario en 29:1–8) y los embajadores de paz, que fueron<br />

enviados inútilmente llevando el tributo para el rey de Asiria, claman y lloran de frustración (v.<br />

7). El rey aceptó el tributo, pero no desistió de marchar prepotentemente contra Jerusalén para<br />

tomarla y destruirla (v. 3; comp. 2 Rey. 18:13–17). <strong>La</strong> penetración de los ejércitos de Asiria en<br />

Judá dejó la tierra convertida en una desolación (vv. 8a, 9).<br />

Los vv. <strong>10</strong>–13 constituyen la respuesta de Dios a la oración <strong>del</strong> profeta. Dios se dispone a<br />

intervenir (v. <strong>10</strong>). Todos los esfuerzos políticos de Judá, tanto sus planes como la ejecución de<br />

los mismos han probado ser basura (v. 11). <strong>La</strong> palabra pueblos en el v. 12 es una palabra muy<br />

usada por Isaías para referirse a los asirios.<br />

Ahora volvamos a los vv. 3 y 4. Ellos muestran cómo el profeta en su oración se apresura a<br />

ver el final de los asirios. Ellos (lit. los pueblos y las naciones) huyen ante el estruendo de la<br />

intervención divina, y el botín de los asirios es amontonado. Luego, los vv. 5 y 6 expresan la<br />

alabanza vehemente <strong>del</strong> profeta porque ahora sí ha comenzado un nuevo orden de cosas. El<br />

derecho y la justicia han llenado a Sion (v. 5; comp. 1:21), y ha sido instaurada una nueva era de<br />

prosperidad nacional (v. 6).<br />

El estremecimiento se ha apoderado de los impíos en Sion (v. 14), tanto porque han<br />

presenciado la intervención divina contra los asirios como fuego consumidor (v. 14), como<br />

porque ven instaurado un orden de derecho y de justicia en Sion (v. 5). Entonces, llenos de temor<br />

dicen: ¿Quién de nosotros podrá habitar con el fuego consumidor? (v. 14). Y aunque ésta no es<br />

una pregunta en sí, el profeta se apresura a responderla: El que camina en justicia... (vv. 15 y 16;<br />

comp. Sal. 15:1, 2). Una persona así vivirá en las alturas... Su pan le será provisto, y su agua no<br />

faltará (v. 16).<br />

12. Palabras de esperanza para Sion, 33:17-24<br />

Tras la victoria de Jehovah vislumbrada y celebrada en la oración <strong>del</strong> profeta (ver la sección<br />

anterior), viene en esta sección una profecía emotiva que vislumbra a Jehovah mismo tomando el<br />

mando <strong>del</strong> reino de Israel de una manera visible. El v. 17 dice: Tus ojos verán al Rey en su<br />

hermosura...” Y en el v. 22 se dice: Porque Jehovah es nuestro Juez; Jehovah es nuestro Legislador.<br />

Jehovah es nuestro Rey; él mismo nos salvará.<br />

El enemigo asirio es visto como cosa <strong>del</strong> pasado. Rememorando los pasados momentos de<br />

horror, se preguntarán: “¿Dónde está el escriba?” (es decir, el oficial <strong>del</strong> ejército asirio que<br />

registró el monto <strong>del</strong> tributo pagado por Judá como reino vasallo de Asiria, v. 18). Ya no<br />

volverán a ver a los odiados enemigos (v. 19).<br />

Por otro lado, Sion se ha convertido en una morada tranquila. En el v. 20 se compara con una<br />

tienda que nunca será desarmada. En el v. 21 se describe como la fuente de una corriente de<br />

aguas poderosa que no permitirá que los barcos de guerra enemigos se acerquen a atacar a Sion.<br />

En el v. 23 se describe a Asiria como un barco de guerra cuyas cuerdas ya se han aflojado.<br />

Ya no pueden sostener el soporte de su mástil ni desplegar la vela. Entonces los judíos<br />

repartirán la presa, un cuantioso botín (comp. v. 4). Ninguno se hará el enfermo cuando se trate<br />

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