Tomo 10 IsaÃas - ICE del Centro La Rioja 3029
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IV. <strong>La</strong> tarea <strong>del</strong> siervo es escuchar (v. 5).<br />
<strong>La</strong>s personas se quejan: "nadie me escucha". Todo el mundo está ocupado y<br />
ensimismado en sus propios asuntos. "Nadie escucha a nadie."<br />
El creyente necesita ser escuchado. El siervo <strong>del</strong> Señor tiene que estar<br />
dispuesto a escuchar, alentar y animar.<br />
Conclusión: El Señor da al siervo conocimiento de la Palabra y dirección <strong>del</strong><br />
Espíritu para responder a las necesidades espirituales de la feligresía: Palabra<br />
al cansado, consuelo al afligido, hacer recapacitar al extraviado; oído para<br />
escuchar con atención al que tiene quejas (Isa. 61:1, 2).<br />
En los vv. 15–26 Jehovah ratifica su compromiso de amor con Sion. <strong>La</strong> expresión final <strong>del</strong> v.<br />
15: “...yo no me olvidaré de ti”, retoma las palabras de Sion.<br />
En el v. 16 Jehovah se refiere a Sion en términos más específicos, teniendo en mente la<br />
ciudad de Jerusalén. Le dice a Jerusalén: “He aquí en las palmas de mis manos te tengo<br />
grabada; tus murallas están siempre <strong>del</strong>ante de mí.” <strong>La</strong> imagen que se proyecta es un dibujo de<br />
la ciudad, grabado en las palmas de las manos como tatuaje, para que sirva de recordatorio. ¡Qué<br />
bella expresión de lo que significa Jerusalén para Dios!<br />
En el v. 17 Jehovah anuncia la pronta reconstrucción de Jerusalén, y en los vv. 18–23 se<br />
habla de la repoblación de Jerusalén mediante la figura de hijos que se pegan a su madre para<br />
embellecer, como si fueran joyas o perlas, su vestido de gala, como si se tratase de un vestido de<br />
novia (v. 18b).<br />
III.<br />
Semillero homilético<br />
Luz para una media noche oscura<br />
50:4–<strong>10</strong><br />
Introducción: Hay unas cuevas debajo <strong>del</strong> desierto en Nuevo México,<br />
EE.UU. de A, donde los turistas pueden bajar y examinar las estalagmitas<br />
que se han ido formando durante siglos. Tienen la costumbre de apagar las<br />
luces en cierta parte de la excursión, para que los turistas se impresionen con<br />
lo oscuro de la cueva. <strong>La</strong> oscuridad física es asombrosa, pero la oscuridad<br />
espiritual es aún más tormentosa.<br />
<strong>La</strong> descripción de la oscuridad (v. <strong>10</strong>).<br />
Ausencia de la reverencia por las cosas sagradas.<br />
Falta de obediencia al Señor.<br />
Desorientación por falta de luz.<br />
El remedio para despejar la oscuridad (vv. 4–9).<br />
Descripción <strong>del</strong> siervo.<br />
Proclamación <strong>del</strong> siervo como luz <strong>del</strong> mundo.<br />
<strong>La</strong> invitación de abandonar la oscuridad (v. <strong>10</strong>b).<br />
Por medio <strong>del</strong> arrepentimiento.<br />
Por medio de la fe en el Señor.<br />
IV. <strong>La</strong> apelación a los que han abandonado la oscuridad (60:1).<br />
Un llamado a la acción ("Levántate . . .").<br />
Un desafío para resplandecer.<br />
Conclusión: Muchas iglesias tienen la costumbre de apagar las luces durante<br />
un culto nocturno y permitir que cada asistente prenda una vela en forma<br />
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