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FINAL-VISIÒN_EDUCATIVA_17

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inversa, con un sentido de satisfacción para grupos culturales y sociales<br />

diferentes, éstos últimos también con otras necesidades.<br />

En los albores de la pedagogía, posterior a los coliseos romanos y a las<br />

academias y la escuela griega, nace lo que algunos denominan “Ciencia de la<br />

educación o pedagogía” (De la Mora, 2010, en Comenio 2010); con ello se pone al<br />

niño en el centro del objetivo de la educación; maestros, escuelas, materiales y<br />

demás aspectos y personas implicados en el proceso inician lo que se ha<br />

denominado el paidocentrismo. Esto ocurre en el año de 1657 exactamente, con la<br />

publicación de “La Didáctica Magna”. Posteriormente (hacia la mitad del siglo<br />

XVIII), Herbart sienta las bases de lo que se denominaría “La pedagogía<br />

científica”, como un modo de legitimar el trabajo de la educación, bajo el rigor de la<br />

ciencia y adjudicando a la educación los procesos formativos por los que ha de<br />

pasar el estudiante para su desarrollo integral. (Santoni Rugiu, 2003).<br />

Las críticas que estos personajes hicieran a la educación van en contra de<br />

la denominada “Escuela Tradicional”, que se caracterizaba por la nula<br />

participación del estudiante en su propia formación; el maestro dictaba cátedra y<br />

disponía del conocimiento, de tal manera que había que transmitirlo al “ignorante<br />

alumno…” Los pedagogos criticaron esta forma de enseñanza y realizaron<br />

propuestas novedosas, que no se harían prácticas, sino hasta décadas, o quizá<br />

siglos después de su origen.<br />

La educación escolástica que ocupó prácticamente toda la edad media y<br />

unos dos siglos más, junto al modelo lancastariano, que tuvo vida en el siglo XIX y<br />

parte del XIX, junto con otros modelos que ahora son arcaicos, es lo que se<br />

considera educación tradicional.<br />

El esquema de la escuela nueva, formulado por John Dewey vino a<br />

romper con los paradigmas de la escuela tradicional, dando a los estudiantes la<br />

participación real en el proceso de su aprendizaje e inculcando un papel activo;<br />

justo este modelo se denominó, escuela activa o escuela nueva. Esto ocurrió a<br />

finales del siglo XIX y principios del siglo XX sobre todo en Europa y los Estados<br />

Unidos, desde donde se irrigó la influencia de este modelo a otros lugares del<br />

mundo (Santoni Rugiu, 2003).<br />

En el caso de México, este trabajo se plantea mediante un modelo<br />

pedagógico legítimo y único en el mundo: se trata de “La Escuela Rural<br />

Mexicana”, forjado y promovido por Rafael Ramírez, Moisés Sáenz, Gregorio<br />

Torres Quintero, entre otros.<br />

Ya en el siglo XXI surgen corrientes y tendencias que están clasificadas<br />

según tantos autores hablan de ellas; José Carlos Libaneo (1992) las clasifica en<br />

liberales y progresistas; en las primeras aborda a la vez tres tipos: conservadora,<br />

renovada progresista y renovada no directiva; en las segundas aborda otros tres<br />

tipos: la liberadora, la libertaria y la de contenidos.<br />

Asumiendo que esta fuera una clasificación de tendencias más o menos<br />

completa, cabría aquí cualquier modelo, tendencia o corriente pedagógica del<br />

mundo actual.<br />

Ya en el siglo XXI, aparecen en la práctica (porque sus orígenes son de los<br />

70s del siglo pasado) otras alternativas de educación que han causado revuelo,<br />

REVISTA VISIÖN <strong>EDUCATIVA</strong> IUNAES<br />

Vol. 8, No. <strong>17</strong> Abril de 2014 a Septiembre de 2014<br />

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